Real Madrid, 0 – Barcelona, 2
Como si fuese un consumado prestidigitador Pep Guardiola sorprendía a casi todos en la confección del once inicial con la ausencia de Iniesta y la inclusión de Dani Alves como extremo derecho. La primera parte fue trabada, espesa, imprecisa, destilando una fragancia a partido táctico y opaco más propio de la liga italiana. Hubo entradas bruscas, muchas protestas, cinco tarjetas amarillas, tensión y electricidad, hasta que a la media hora de encuentro un sublime Xavi Hernández decidió sacar el compás y trazar una asistencia perfecta a Messi, que controló el balón con el pecho y fusiló a Iker Casillas. Era el gol número 40 del crack argentino esta temporada, una cifra deslumbrante que certifica su indiscutible título de mejor futbolista del planeta. El Barça administró cómodamente la ventaja hasta el descanso, controlando sin apuros las desbravadas embestidas del desangelado equipo de Manuel Pellegrini.
La segunda mitad empezó con nuevos retoques del técnico azulgrana en la formación: Alves recuperaba la posición de lateral derecho y Puyol (otro impecable partido del capitán) pasaba al costado derecho. No hubo tiempo material para que el Real Madrid apelase a la épica y a la heroica porque en el minuto 55 Xavi volvió a sacar escuadra y cartabón para dibujar la segunda gran asistencia de la noche cuyo beneficiario fue Pedro; el extremo canario ganó la espalda a un desafortunado Arbeloa y resolvió con frialdad y precisión ante Casillas. Segundos más tarde Pellegrini movía pieza y recurría, una vez más y trescientos millones de euros después, a Guti como revulsivo. No hubo noticias ni de Higuaín ni de Cristiano Ronaldo, difuminados toda la noche y perfectamente anulados por una seria y concentrada línea defensiva azulgrana que lideró un imperial Gerard Piqué. Y donde no llegó la sobriedad de la zaga apareció un espléndido Víctor Valdés para desintegrar cualquier aproximación de un Real Madrid voluntarioso pero romo.
Xavi continuó impartiendo su magistral cátedra de arquitectura con otra asistencia de tiralíneas a Messi, pero el posterior disparo del balón de oro fue desviado a corner por Casillas. El Barça marcaba los tiempos del partido a su antojo ante el estrepitoso naufragio de Gago y Xabi Alonso en el desnortado centro del campo rival. La lesión de Gaby Milito fue la única mancha en una velada extraordinaria para los azulgrana: histórica segunda victoria de Liga consecutiva en el Bernabéu, recuperación del liderato y una imagen de autoridad, solidez y eficacia propia de las escuadras campeonas. Esta noche toca disfrutar intensamente de la victoria pero sin olvidar que, aunque hoy se ha dado un gran paso, quedan todavía siete complicados partidos de Liga por delante y que 21 puntos en juego son un mundo. El discurso prudente y comedido de Guardiola, perfecto en la lectura y planteamiento del Clásico, adquiere ahora más vigencia que nunca. Hay ejemplos recientes y dolorosos que deben servir de lección para frenar toda la euforia que el entorno culé es capaz de generar antes de tiempo.