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Crónica

El Regreso (Cuatro Años Después)

Se jugó los cuartos Xavi con lo único que tenía disponible para hacer un once reconocible. Ni más ni menos. Con Gündogan como solitario centrocampista. Con un Nápoles que aceptó el desafío de salir a por el partido. Con unos minutos iniciales jugados de igual a igual, con presión por ambos bandos buscando la recuperación rápida del balón. El Barça robaba y buscaba el ataque rápido mientras el Nápoles una y otra vez caía en el fuera de juego de Osinmenh.

 

Y como los partidos de cruces en Europa suelen decidirse por detalles –en las áreas, que diría un clásico–parecía un día adecuado para recuperar la pegada. En la primera llegada con peligro, Nadinhabsolutinha se internó por su banda y su pre-asistencia fue convertida en asistencia con Lewandowski engañando con el amague a su par y dejando el balón para que Ferminator adelantase a su equipo. No habían pasado ni dos minutos cuando, en una nueva contra, Lamine el Chaval buscó en profundidad a Nadinhabsolutinha. Como de costumbre, el brasileño falló de cara a puerta. Suerte para él que el rechace del poste fue aprovechado por un Joao Cancelo que pasaba por allí. Dos de dos en dos minutos.

 

Partido plácido, diría algún aficionado que no haya seguido la temporada actual del Barça. Porque lo que Cancelo te da, Cancelo te quita. Un despiste del portugués permitió la entrada por la derecha de Politano que sirvió el pase de la muerte a Rrarhmani que entró desde atrás sin marca alguna. Algo lógico porque nadie esperaba ver por ahí a un defensa kosovar. Acusó el Barça el golpe y pudo empatar el Nápoles en un remate de Di Lorenzo que salvó Ter Stegen en una palomita a mano cambiada para que los suyos llegaran al descanso con una mínima ventaja.

 

En la reanudación, apostaron los locales por la precaución, apoyándose en el mejor estandarte defensivo que tenían. No, no fue ni Araujo, ni Koundé, ni Christensen. El jefe de la defensa, el único con criterio para sacar el balón jugado, era un imberbe de 17 años de nombre Pau y apellido Cubarsí. Diría Luis Aragonés al verlo jugar que ya tiene los huevos pelados de disputar partidos de alto nivel si no fuera porque la fría estadística indicaba que esta noche debutaba en Champions. Dominaba el Nápoles pero no creaba grandes ocasiones. El Barça, aún menos. Por no crear, no creaba ni jugadas de ataque.

 

Cuando Xavi decidió refrescar al equipo con la doble T (Tractoriol-Tormento), quien más quien menos firmaba la prórroga o incluso una derrota honrosa. Pero contra todo pronóstico, los cambios dieron el oxígeno necesario al equipo. Incluso liberaron a Gündogan de tareas defensivas y así volvieron a llegar las ocasiones azulgranas. Además, se sumó la entrada en ataque de Robert Lewandowski. El polaco entró en el minuto 80 –o esa sensación dio– y en el primer balón que tocó sentenció el partido tras buena pared entre Gündogan y el eterno capitán Tormento.

 

Las dos postreras –y claras– ocasiones del Nápoles ,que se toparon con los palos cerca del final del partido, sirvieron para recordar que este equipo no es capaz de ganar ningún partido sobrado. A falta de calidad y de efectivos, necesita una concentración e implicación del 120%. Como hoy. Y tal vez no le dé para más allá de esos cuartos de final a los que se ha llegado cuatro años después. Pero está a un buen sorteo y a dos buenos partidos de luchar por el título menos esperado de la temporada.