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Crónica

Ronald Hiddink

Messi marcó su gol número 650 con la camiseta del Barça. Si se calcula lo que ha generado, tal vez al club le sale a pagar. Renovación ya.

 

Encabezaba Messi la salida de su equipo al Camp Nou y algo parecía darle vueltas por la cabeza: quizá meditaba sobre esa “exclusiva mundial” que destapaba que el mejor jugador de la historia, sorprendentemente, cobra como lo que es: el mejor jugador de la historia. O acaso pensaba en qué habrá sido de las carreras de Robert Gonçalves, Gabriel Novaes, Vitinho, Marlon, Emerson Royal, Matheus Fernandes, Matheus Pereira, Igor Gomes, Gustavo Maia y tantos y tantos brasileños aleatorios fichados en los últimos años para el Barça B.

Pero lo más probable, vista la motivación con la que salió, es que pensase en cómo marcar un nuevo gol al Athletic de Bilbao y vengar, de alguna manera, su reciente expulsión en la Supercopa. Un uno contra uno salvado por Unai Simón y un remate con el escudo que rozó la escuadra fueron el anuncio de lo que estaba al caer tras un primoroso lanzamiento de falta directa: el gol número 650 con la camiseta del Barça. Si se calcula lo que ha generado, tal vez al club le sale a pagar.  Renovación ya.

A la vista del dominio local y la poca mordiente bilbaína, un segundo gol dejaría el partido visto para sentencia. Pero a los de Q-Man les sigue penalizando en exceso no tener alguien verdaderamente resolutivo en el área. Porque el ataque francés seguía sin ser decisivo. Por un lado, Dembelé lo intentaba continuamente pero con el Modo Torpe encendido. Y porque lo que Alba hace en exceso, Ousmane lo hace por defecto: no buscar a la segunda línea. Si no lo ha aprendido en cuatro años, parece difícil que lo haga en cuatro meses. Por otro lado, El Hombre Gris parecía igual de pensativo que Leo aunque sus debates mentales iban por otros derroteros: “¿Qué baile haré hoy cuando meta algún gol sencillo a puerta vacía? ¿Debo donar ya mi sueldo al club tras contribuir a arruinarlo o esperar a final de temporada?”. Mientras pensaba y pensaba, no intervenía en absoluto en el juego. Y es que cualquier chaval de la cantera sueña con tener una décima parte de las oportunidades que está teniendo Antoine.

Pero el Barça estaba tan cómodo que parecía no necesitar los goles bleus. Hasta que el Athletic recordó que, como en la Supercopa, bastaba con buscar la espalda de los laterales azulgrana: la de Mingueza, desbordado una y otra vez, y la de Jordi Alba, empeñado como en la Supercopa en marcar siempre a su par por delante. Y con ambos de protagonistas llegó el empate vasco. Un gol que descolocó absolutamente a los locales que perdieron el control, la iniciativa, la presión… hasta que El Hombre Gris, perdido en sus pensamientos, recordó su famosa frase sobre comer en la misma mesa que Messi y Cristiano. La del argentino, definitivamente, le queda a años luz pero hoy al menos estuvo cerca de la del portugués: no apareció en todo el partido, pero aprovechó que Mingueza le regaló una asistencia para empujar el balón a puerta vacía. Un gol que no sirve para tapar un nuevo partido lamentable.

Cierto es que el equipo estuvo a su mismo nivel durante toda la segunda parte, incluido el cuerpo técnico. Se confirma que ser holandés y haber jugado con Johan no es ningún salvoconducto para ser cruyffista. Los cambios de Q-Man fueron más propios de la escuela de ese PSV de Guus Hiddink en donde también jugó Ronald: el Barça terminó con cuatro centrales en la línea de defensa. El rechazo del técnico hacia los centrocampistas de toque tal vez venga de alguna rivalidad fraternal con su hermano mayor, Erwin, un buen pelotero en la posición de interior izquierdo. Quizá fuera Erwin el más querido por sus padres y la envidia de Ronald se convirtió en odio, no sólo hacia el hermano, sino también a todo lo que se le parezca a él. Centrocampistas incluidos. Una teoría tan válida como la de que Messi ha arruinado al Barça.

El caso es que el “bout” (cerrojazo en neerlandés) de Ronald Hiddink funcionó y se alcanzó la quinta victoria consecutiva en Liga para asaltar el segundo puesto, algo que parecía hasta quimérico hace apenas dos meses y que parece el tope de este equipo. Para los más cruyffistas, se recomienda ponerse en bucle el Barça-Santos del Mundial de Clubes 2011 para desintoxicarse de esta segunda mitad. Aviso: se puede morir deshidratado derramando lágrimas.