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Yoyalodije

Encantados con nuestros orígenes

No sabéis el placer que me produce escuchar a los pericos lo de “Sí, sí, muy catalaneks pero oj fundó un suizo”. Lo convertiría en lema oficial junto al “Més que un club”.

Me encanta que el Barça fuese fundado, mayoritariamente, por contables, técnicos del textil e ingenieros suizos, alemanes, escoceses o ingleses, de paso por Barcelona por motivos laborales, porque ninguno de los clubes de fútbol ya existentes los admitía por su condición de extranjeros(y protestantes). Y me encanta porque, quince años después, ese mismo club ya era el más representativo de la ciudad, el que más aficionados reunía entre las clases populares y un vehículo de expresión más para canalizar las reivindicaciones catalanistas (la supuesta “fractura social” actual, comparada con la de aquella época, con peleas multitudinarias en plena calle entre nacionalistas y anticatalanistas apoyados por la policía y militares armados de la guarnición de paisano, sabotaje de actos catalanistas con muertos por impacto de bala, provoca risa). Todo eso en detrimento de ese otro club fundado por profesores universitarios autóctonos (como ex alumno, lo peor que ha hecho la UB), y cuyos colores, en lugar de copiar los de un Cantón suizo, evocaban a los del escudo de Roger de Llúria. Que cuando se produjo el golpe de Estado del 18 de Julio y los soldados salieron del Cuartel del Bruc(h) para dirigirse a ocupar el centro de la ciudad, los dos principales colectivos de civiles que se les unieron en el paso de la columna militar por la Diagonal fueron los militantes locales de Falange y seguidores del Español.

Me encanta que en los años 50-60 los inmigrantes venidos de Andalucía, Extremadura, Murcia, etc, viesen en el Barça el mejor medio para integrarse en la realidad del nuevo país que los acogía, mientras los militares, guardias civiles y policías destinados a Catalunya escogían hacerse aficionados de l’Apanyó.

Y me encanta que, 115 años después de su fundación por un suizo, el Barça sea, a ojos del mundo, sinónimo de Barcelona y Catalunya; que sea posiblemente la entidad deportiva más admirada y seguida a nivel mundial, y con mayor vocación universal (a pesar de la actual Junta). Y continúe sirviendo como canalizador de las reivindicaciones del país y para integrar a los nuevos catalanes venidos ahora de más lejos, mientras el Espanyol sigue siendo ese club de barrio como, en sus buenos días, también lo fueron el Europa, el Sant Andreu o el Sants.

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(Por cierto, no me importaría recuperar los pantalones blancos con la equipación blaugrana).