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Crónica

No hay quinto malo

Cerró el círculo el Barça, con tranquilidad, como lo hace todo este equipo: sorprende al mundo como si la cosa no fuera con él. Y los aficionados nos hemos acostumbrado a ganar tripletes, sextetes y quintetes como si fuera lo normal, pero no, no lo es. Recordaremos a este equipo cuando pase mucho tiempo, contaremos a nuestros nietos quién era Messi y cómo formó, con Neymar y Suárez, la mejor delantera de la historia. Seguramente no nos creerán. Pero ahora, contaminados por la habitualidad, creemos que es algo normal, pero no, les puedo asegurar que no lo es.

Pues así, tranquilos, conocimos que el Barça salió con su equipo de gala, por respeto al rival y a los 85000 espectadores que llenaron ayer el estadio de Yokohama, donde entrenaron Rexach y Azkargorta, solo por eso merecían ver un buen partido. Y tuvieron suerte. El Barça no cedió al empuje de los briosos gashinas que, jaleados por su increíble afición, intentaron sacar a los azulgranas del partido, a base de patadas, pero no pudieron a base de fútbol.

El Barça, con la seguridad de su superioridad, tomó las riendas del encuentro y comenzó a ejercer la gota malaya, con buenas ocasiones, hasta que un buen centro de Alves, lo amansó Neymar y Messi, tercer Mundial en que marca en la final, se fabricó un gol de nueve con esa habilidad y naturalidad que le hace ser único. Abierta la lata platense, el Barça dejó transcurrir el tiempo que faltaba hasta el final del primer tiempo. Control absoluto del tempo del partido.

El segundo tiempo comenzó con la convicción de que el Barça marcaría, más bien pronto que tarde, y así fue: un buen pase de Busi dejó a Suárez solo ante Barovero que le coló el balón entre las piernas. La final de verdad acabó en ese momento y el Barça tuvo un periodo en el que, materialmente, hizo lo que quiso con River, toco, llegó y falló delante del portero hasta que un buen pase de Neymar ante un buen desmarque de Suárez, permitió al charrúa tocar la gloria con un soberbio cabezazo que cerró el partido de forma brillante.

Suárez, con cinco goles en el zurrón fue designado, merecidamente, mejor jugador del torneo y Messi, con solo un partido y con piedras en el riñón, el segundo mejor e Iniesta, siempre a la sombra de las vedettes, ganó merecidamente el balón de bronce.

No sé qué pasará en el futuro ni si el equipo pegará el temido bajón en enero pero, lo cierto, es que este año 2015 que se nos va y que comenzó tan mal nos ha hecho, muy, muy felices. Un año para enmarcar.

 

Bon Nadal a tots!!!