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Crónica

Ser del Barça és el millor que hi ha

Qué bonito debe ser acostumbrarse a hacer historia porque el resultado, y sobre todo, el partidazo de ayer formará, sin duda, parte de lo más selecto de nuestra memoria. Porque sí que existen partidos con resultados más abultados pero no recuerdo uno en el Bernabéu en el que la superioridad de los jugadores azulgrana fuera tan manifiesta.

Ayer los jugadores del Barça se sacaron de la manga una pequeña obra de arte y, aprovechando el filón que dejó abierto y sin acabar el PSG, ahondaron en la herida de la indefinición en el juego blanco y pasaron por encima de las estrellas blancas como si fuera un ciclón de juego de toque, de saber llevar el tempo del partido, de jugar un gran fútbol, en definitiva.

Entrando en el partido, Lucho dejó sabiamente a Messi en el banquillo y colocó a Sergi Roberto en su posición. El canterano volvió  a salirse con concentración, recorrido y despliegue físico en uno de los mejores partidos que recuerdo de él. De Roberto nació el primer e importante gol de Suárez que comenzó en un rondo absolutamente brutal y acabó con un espectacular remate de exterior del charrúa que dejó a Navas haciendo la estatua de sal.

Tras ese gol, ni siquiera hubo reacción de los jugadores blancos que asistían en una ceremonia hipnótica a los rondos culés desde la defensa, pasando por los inconmensurables Iniesta, Busi y Rakitic y acabando jugadas con los remates de los dos cracks.

En una buena contra, el grosso Iniesta asistió a Neymar para que definiera en un cara a cara ante Keylor y abriera la brecha en el marcador. En ese momento la sangre comenzó a brotar de la herida merengue y la grada que se había pasado los primeros minutos silbando a Piqué, se olvidó de hacerlo y comenzó a abuchear a sus jugadores.

En el final de la primera parte, Suárez tuvo el 0-3 que salvó Marcelo en la línea de gol, una lástima, aunque sirvió para que el público elevara su protesta claramente al palco en un “Florentino dimisión” difícil de disimular con la megafonía.

En el segundo tiempo el Madrid, quizá avergonzado de lo que había pasado en los primeros 45 minutos, salió espoleado y pareció que podía recortar distancias. Marcelo la tuvo muy clara pero, afortunadamente, la tiró fuera. Nunca hay que fiarse con estos…

Pero el Barça fue ayer al templo del Mal a hacer historia y una jugada magistral entre Iniesta y Neymar que tocó de espuela, acabó con un espectacular chut del manchego a la escuadra del portero menos goleado de la Liga y que acabó con todas las dudas. Golazo para deleite de los chutaburristas.

A partir de ahí, y faltando muchos minutos, el Barça tomó las riendas del partido para dejárselas al jugador más grande de la historia (no, no es Cristiano Ronaldo aunque les extrañe) que volvía a su hábitat natural, dos meses después de la maldita lesión ante la UD Las Palmas.

Messi salió al campo sin prisas, sin estrés, como si ya hubiera jugado la primera parte y comenzó a repartir regalos a sus compañeros. En una de estas jugadas, se la dio a Alba que, a un toque, asistió a Suárez para que, después de amagar, metiera el cuarto de la noche ante la incredulidad de la grada.

Salió entonces el capitán del campo y el Bernabéu aplaudió, diez años después, la exhibición de un jugador que quizá piensen que, por lógica y proximidad, debió ser suyo. Una pena que Munir no completara la faena porque tuvo el quinto, pero ayer tocaban cuatro, que no es poco, y lo que se vio en el campo fue de verdadero escándalo.

Espero que nadie dude ya de este proyecto que, a lo mejor, no tiene ese punto de brillantez que tenía por momentos el de Pep pero habrá que reconocerle el mérito a un hombre que hizo resurgir al equipo que naufragó con el Tata. Qué bonito es ser del Barça, culerdos.