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Desde el Barrio Rojo

Desde el Barrio Rojo: Trek Cruijff over de streep

“Manolo, del Atlético de Madrid, era muy bueno desmarcándose, así que no le pusimos marcador y de este modo no pudo desmarcarse”.
Johan Cruyff, ‘Me gusta el fútbol’, 2002.

“-Lo siento, monsieur. No puede entrar al casino sin corbata.
Afortunadamente, yo llevaba calcetines negros. Salí, me guarecí entre las sombras, me quité los calcetines y até uno de ellos en forma de lazo bajo el cuello de mi camisa”.
Harpo Marx, ‘
¡Harpo habla!’, 1961.

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Un escalofrío recorrió la espina dorsal del fútbol holandés el 26 de octubre de 1977 cuando Johan Cruyff anunciaba públicamente su renuncia a disputar más partidos internacionales con la selección oranje. Aquella misma noche Holanda había conseguido la clasificación matemática para el Mundial de Argentina 1978 tras derrotar a la vecina Bélgica por un gol a cero. Ante la conmoción general por la noticia la cadena de televisión Tros organizó una relampagueante campaña con el lema “Trek Cruijff over de streep” (Tratar de convencer a Cruyff) impreso en pegatinas y camisetas, y recibieron 14,000 postales firmadas por aficionados que reclamaban el regreso del astro holandés al equipo nacional. Incluso la reina Juliana trató de persuadir a Cruyff pero todos los esfuerzos fueron estériles: el futbolista no cambió de opinión y jamás volvió a vestir la camiseta naranja con el escudo del león rampante.

Nadie supo a ciencia cierta cuál era la auténtica razón que había conducido a Cruyff a tomar tan drástica y radical determinación. El jugador se mostraba hermético en sus declaraciones: “No me apetece explicar todas estas cosas porque solamente ocasionarán más discusiones y esto no me gusta nada. Tomé una decisión y me quedo con ella”. Las hipótesis florecieron abundantes para satisfacer la curiosidad pública y éstas fueron las tres teorías que hicieron más fortuna:

-Motivos políticos: Cruyff se negó a participar en el Mundial 78 como protesta por las sistemáticas atrocidades y violaciones de los derechos humanos cometidas por la Junta Militar argentina. Es una teoría romántica pero inconsistente si se tiene en cuenta que en 1973 Cruyff no tuvo reparos en fichar por un equipo que jugaba la Liga de un país que llevaba siete lustros sometido bajo la bota represora de un régimen militar. El viejo dictador ya era una figura decrépita y crepuscular pero no por ello menos sanguinaria: apenas tres semanas después del glorioso 0-5 en el Santiago Bernabéu el anarquista Salvador Puig Antich era ejecutado mediante garrote vil en la cárcel Modelo de Barcelona.

-Motivos económicos: Cruyff se negó a disputar el Mundial 78 porque no llegó a un acuerdo con la Federación Holandesa en la cantidad de dinero a percibir en concepto de primas durante el torneo (razón que explicaría la renuncia del centrocampista Wim van Hanegem, que tampoco acudió al certamen). Asimismo Cruyff no estaba dispuesto a vestir la camiseta con las tres bandas de Adidas (proveedor oficial de la selección neerlandesa), porque tenía firmado individualmente un contrato comercial con la casa Puma.

-Motivos familiares: En 1972 Cruyff viajó a Buenos Aires para disputar con el Ajax un partido de Copa Intercontinental coincidiendo con el secuestro del director de la sucursal de Phillips (empresa holandesa) en Argentina. La incertidumbre por este suceso y el durísimo partido contra Independiente hicieron del viaje transoceánico una experiencia desagradable. Y en septiembre de 1977, en su última temporada como jugador del Barça, Cruyff fue víctima, junto a su esposa Danny, de un intento de secuestro en su propio domicilio. El delincuente encañonó al matrimonio y obligó a Johan a sentarse en una silla donde fue atado, pero Danny aprovechó un descuido en la vigilancia del raptor para escapar y dar la voz de alarma en el vecindario. Influenciado por el amargo recuerdo de estos incidentes Cruyff decidió no regresar a tierras argentinas por temor a un nuevo intento de secuestro.

¿Qué hay de verdad o de hipérbole, de meditado o de impulsivo, detrás de estos argumentos? La renuncia de Cruyff, ¿se debió realmente a uno de esos motivos, a ninguno o fue tal vez una mezcla en distintas proporciones de los tres?  Harpo Marx, en su recomendable y divertida autobiografía titulada “¡Harpo habla!”, asegura entre otras cosas que fue espía ocasional para la Unión Soviética o que, siendo de origen judío, atravesó en los años treinta la Alemania del Tercer Reich.

Así son los genios irreverentes: muchas veces es imposible distinguir si se están expresando en broma o completamente en serio. Por eso es conveniente dejar que su impresionante legado hable por ellos. Aunque sea a bocinazos.

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