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Desde el Barrio Rojo

Desde el Barrio Rojo: Jürgen Sparwasser

“Si en mi lápida escriben sólo ‘Hamburgo 74’, la gente sabrá quién yace allí debajo”.

Jürgen Sparwasser tenía apenas quince meses de edad cuando en octubre de 1949 se fundó la República Democrática de Alemania, bajo tutela rusa y como reverso de la República Federal dibujada por los aliados occidentales. Así quedaba sellada la dolorosa separación del territorio alemán tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, una división que se agudizó en 1961, en plena Guerra Fría, con la construcción del muro de Berlín: 45 kilómetros de vergüenza que atravesaban la ciudad como una fea y profunda cicatriz.

En sus cuatro décadas de convivencia las selecciones de fútbol de ambos países solamente se enfrentaron en una ocasión: fue durante el Mundial de 1974 celebrado, por algún capricho travieso del destino, en la República Federal de Alemania. Ambas escuadras quedaron emparejadas en el grupo 1 junto a Chile y Australia. Las dos selecciones alemanas se enfrentaron en la tercera jornada del grupo ya matemáticamente clasificadas para la segunda ronda pero disputándose el liderato del grupo: a la RFA le bastaba el empate mientras que la RDA necesitaba la victoria.

Sparwasser era un elegante centrocampista bien dotado técnicamente que desarrolló toda su carrera futbolística en el FC Magdeburgo, donde logró una Recopa en 1974 derrotando en la final al todopoderoso AC Milan (fue el único título europeo conquistado por un equipo germano-oriental). Con la selección nacional Sparwasser había obtenido una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1972 disputados en Munich y una clasificación histórica para que la RDA disputase por primera y última vez un certamen mundialista.

El 22 de junio de 1974 sesenta mil espectadores presenciaron en el Volksparkstadion de Hamburgo el partido entre la RFA y la RDA. No se trataba únicamente de un duelo por el liderato del grupo, sino también de un pulso simbólico pero tenso y receloso entre comunismo y capitalismo, occidente y Telón de Acero. El partido fue trabado, espeso, sin grandes ocasiones de gol más allá de un remate al poste de Gerd ‘Torpedo’ Müller en el minuto 39. El encuentro parecía destinado a terminar con empate a cero hasta que en el minuto 77 Sparwasser se internó en el área y, tras superar a Beckenbauer y Vogts, fusiló a Maier con un fuerte disparo que significó el único gol del partido y una victoria histórica para la RDA, que se clasificaba por delante de su hermana federal.

Aquella gesta le ocasionó más problemas que ventajas a Sparwasser: su nombre y su gol fueron exprimidos como herramientas propagandísticas por el régimen socialista. “Una parte de los habitantes de la RDA no estaba de acuerdo con el sistema político del país. Todos esperaban y creían que perderíamos el partido, que nos meterían cinco o seis goles. Esas personas reaccionaron negativamente no sólo contra mí, sino también contra mis compañeros”. Sparwasser, ingeniero mecánico de profesión y estudiante de Pedagogía, se había convertido en héroe nacional pero sin respaldo popular: surgieron rumores de que las autoridades le obsequiaron con un coche y una casa por aquel gol, especulaciones que el futbolista siempre negó pero que provocaron envidias, antipatías y resquemores hacia su persona.

Sparwasser rechazaría más adelante una suculenta oferta para fichar por el Bayern de Munich, alegando que era hijo de una familia trabajadora y que no le atraían ni el lujo ni el dinero occidental. En 1981 colgó las botas a causa de problemas físicos en la cadera y, una vez retirado, declinó la propuesta para ser entrenador del Magdeburgo por considerar que se trataba de un cargo más político que deportivo; como represalia a esta negativa su doctorado en Pedagogía fue vetado indefinidamente. En 1988 Sparwasser viajó a la RFA para disputar un partido amistoso de futbolistas veteranos y ya no regresó nunca más a la zona este: “Estaba harto de la politización y las mentiras de mi país”.

Cuando la década de los 90 se desperezaba aquel hermético y grisáceo país llamado República Democrática de Alemania desapareció definitivamente de los globos terráqueos con la caída del muro de Berlín y la reunificación nacional, pero en la memoria de los Mundiales ha quedado grabado para siempre el mítico gol que convirtió a Jürgen Sparwasser en un antihéroe, en un partido irrepetible donde Alemania se enfrentó a Alemania. Curiosas paradojas de la geopolítica.