Categories
Yoyalodije

Vomitada en caliente de una desilusión

 

Es difícil acercarse a la objetividad cuando uno es culé y rossonero, cuando uno, como todos, ha visto lo que ha visto. Cuando han pasado escasas horas desde la eliminación y con la sangre, que parecía enfriarse poco a poco, volviéndose hirviente leyendo depende qué cosas. Digámoslo. Si ya de por sí la objetividad es un quimera, en situaciones como esta se vuelve del todo imposible. Al grano, que tiene pus.

No me gusta que el Inter, este Inter, juegue una final de Copa de Europa, porque, cierto, al fútbol se puede ganar de muchas maneras –hecho que lo convierte, sin duda, en uno de los mejores deportes-, pero es tristísimo ver a la Grecia del 2004 a 90 minutos del reinado continental. Yo me esperaba un equipo agazapado en el larguero con salidas fulgurantes al contraataque, con peligro, un ‘abc’ de equipo poderoso en el Camp Nou, vamos, el Inter de Stamford Bridge. Y nada de eso. Algunos escusan el acto por la expulsión de Motta, pero ya antes se vieron las intenciones. Pérdidas de tiempo des del segundo 1, provocaciones y acumulación de piernas en la línea del área grande. Defensa numantina y cuchillo al cuello. Y sí, dio su fruto. Sí, ellos estarán en Madrid el 22M y el Barça no. Sí, fue heroico y seguro que los aficionados ‘neroazzurri’ estarán orgullosísimos. Y sí, posiblemente sí, yo lo vería con otros ojos si el rival de Inter hubiese sido otro bien distinto. El fútbol, esta vez, premió al que no quería jugar, al que ha pasado la eliminatoria aprovechando los fallos del rival, rival que cometió el error de ir a por el segundo cuando debía contemporizar aquel esperanzador 0-1 de Pedro. Error que en otras ocasiones nos ha hecho grandes. Uno, tres goles, el otro, dos, y para casa. Y eso que el Barça no ha jugado nada bien en los 180 minutos de la eliminatoria. Ofuscado en la ida por la nefasta actuación de uno que se hace llamar árbitro e inmovilizado en la vuelta por la tela de araña de Mourinho. Claramente perjudicado por las decisiones de los que cortan el bacalao, que dieron validez a un gol de Milito en fuera de juego, se zamparon un penalti sobre Alves, perdonaron la sanción a Maicon y anularon un gol de Bojan por una mano ciertamente dudosa. Siendo el Barça un equipo muy superior al Inter, se dieron todas las cirscumstancias necesarias para que ganara el peor, y estuvo a un gol. Muestra de los grande y maravilloso que es el fútbol, evidencia de lo cruel que éste puede ser en demasiadas ocasiones. Yo fui de los que quería a Mourinho en el banquillo. Hoy, admito mi error. No ya por el milagro Guardiola, sinó porque entiendo que un tipo así sólo es válido para conjuntos débiles que requieren de las mil artimañas para hacer algo en esto del fútbol. Tiene su mérito, nadie lo duda, pero a mi me molestaría tener un entrenador así, que no sabe ni perder ni ganar y cuyo ego le empaña su privilegiado don para alzar títulos a mansalva.

Ya no queda otra, hay que ir a por la Liga. Hay que alzarla como sea. Cuatro finales, todas ellas complicadísimas, para obtener un título que nos merecemos más que nadie. Y el 22M, ante el televisor, a ver un Bayern-Inter novedoso. Ninguno de los dos está entre los 4 mejores de Europa, pero están ahí. Van Gaal vs Mourinho. Van Bommel vs Eto’o. Robben vs Sneijder. Quedarse cerca de la cuarta plaza para la Champions vs mantener el status de tercera mejor liga del continente. Y ojo, que ambos pelean por lograr el triplete abriendo la opción al sextete. El sueño del Bernabéu se fue ayer a dormir con otros centenares de sueños rotos. Cosas del fútbol. El año que viene volveremos a estar ahí, al pie del cañón, en busca de un billete maravilloso: Wembley. No hace falta decir nada más.