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Crónica

El triunfo de los secundarios

Nos regaló el Barça una previa divertida con dos sustos como para temer lo peor: un 11 titular experimental -aunque a Pep no le guste la frivolidad de la expresión – y la caída de Ibrahimovic del equipo por molestias en el soleo durante el calentamiento. Se encendieron luces de alarma entre la gent culé porqué si ya era difícil de tragar un equipo con Chigrinskiy de central, sin Xavi en el centro de mando y Maxwell y Jeffren de extremos, más lo fue que cayera el delantero centro titular que, además de una providencial racha de goles, aportaba talento, determinación y compañía a Messi en la resolución de partidos. No era el Barça que saltó al campo un equipo fulgurante ni sobrado de talento individual – a excepción de Messi, claro, que el argentino siempre come aparte y lo suyo vale por lo de los otros diez – y sí, en cambio, un Barça de reválida para la clase media y de segundas oportunidades para los más secundarios del grupo, precisamente en una semana clave para el equipo, con una clasificación pendiente en Champions y tres puntos básicos a ganar a los leones para encarar la siguiente visita al Bernabéu con las máximas garantías de competividad y motivación. El experimento de Guardiola pareció una locura más aún por el momento en que se producía, un órdago a los suyos para que le demostraran, cuando ahora sí está todo por ganar,  que ellos están en disposición y aptitud de responder si él les da confianza. Y el equipo, vaya si respondió al reto y vaya si funcionó ante la exigencia. Se marcó el Barça un encuentro excelente, de desempeño, practicidad y eficacia muy por encima de sus limitaciones y posibilidades estimadas, ganado desde el colectivo y por el colectivo. Brilló la determinación de Bojan – con dos goles de delantero centro grande, volviendo a demostrar que es toda una garantía ante el Athletic -, el liderzago de Messi, el retorno esplendoroso de Abidal, el compromiso de Puyol y Piqué, la invulnerabilidad de Valdés, o la energía de Maxwell, por poner. Pero, por encima de nombres, brilló la puesta en escena de un colectivo unido, entregado a la causa de defender el estilo futbolístico del Barça, igual de eficiente y digno aun estar esta noche en los pies de los menos excelentes, y empeñado a demostrar que su ambición y su hambre para campeonar no tiene límites, aun asumiendo estos secundarios su protagonismo menor en las fotos e imágenes que recuerden la gloria. Por ser fiel a sí mismo, tuvo hasta sus instantes en que se dejó, vía pérdida del balón, menear por el rival, aunque fueron, esta vez, poco relevantes y de escasa influencia en el juego y marcador. En definitiva, un gran Barça menor, algo más simple, directo y práctico, pero igual de letal, satisfactorio y brillante que su versión ideal. Sobre el rival, agradecer que no se prodigaran en el juego duro con la que amagó en la previa Amorebieta y destacar que tuvo fases de buen fútbol y ocasiones como para liar un poco el marcador o maquillar el resultado final. El impedimento fue Valdés.  A lamentar, la racha de lesiones, semi lesiones o molestias varias que añaden incertidumbre y épica a los envites que esperan. Aunque las guardioladas – sin tono despectivo, visto que sus particulares soluciones funcionan: ¿se acabarán convirtiendo en otro mito del barcelonismo? – nos protejan, tampoco es necesario tentar tanto la suerte.