Viendo el revuelo que se ha montado con el tema Cristiano Ronaldo y su expulsión en el partido ante el Màlaga, me doy cuenta de que cada día conozco menos el Reglamento del futbol. Llevo casi 40 años – desde mi adolescencia – disfrutando del espectáculo del deporte rey e intento analizar las jugadas para hacer una valoración lo más objetiva posible. Desde aquellas épocas de Estudio Estadio, con Pedro Ruiz y el invento de la moviola para diseccionar aquellos lances más conflictivos de los partidos, la opinión de algún ex-colegiado que te explique claramente el reglamento,servía de ayuda al aficionado para discutir, con más conocimiento de causa, ante el hincha rival cuando llegabas al trabajo los lunes.
Ahora resulta casi imposible, las jugadas de los partidos en los que no participan los 2 grandes, son casi ignoradas y, cuando están de por medio Barça o R.Madrid son analizadas por los medios de comunicación con un forofismo digno de las peñas ultras más recalcitrantes. No quiero decir que antiguamente no hubiesen interpretaciones más o menos sesgadas de jugadas dudosas, la discusión – por suerte o por desgracia- forma parte de la salsa del futbol. Pero lo de ahora es algo vomitivo, cuando ves los partidos en directo, los comentaristas quieren juzgar más rápido que los árbitros que están en el terreno de juego, cuando la ventaja del profesional del micrófono es que tiene unos segundos para ver claramente la repetición y no llevar a engaño al espectador. Pero, una vez visualizada 10 veces siguen surgiendo discrepancias. No ven la misma jugada Andújar Oliver en Radio Marca que Pérez Sánchez en la SER o, antaño, Sergi Albert en TV3, por no hablar de los periodistas que no han pitado nunca un partido y no conocen – aunque deberían – el reglamento.
Por desgracia, tampoco ven la jugada de la misma forma los árbitros en activo, lo que para uno es penalty, para otro es “piscinazo” del delantero, lo que un día se interpreta como un amigable diálogo entre jugador y trencilla, otra jornada será castigado por dirigirse al colegiado de manera ostensible. Por no hablar de los fueras de juego y la aplicación de la ley de la ventaja. Lo único que tenemos claro es que quitarse la camiseta para celebrar un gol es sancionable con tarjeta amarilla ( todos sabemos lo “gravísima” que es esta infracción y lo mucho que altera el resultado de 1 partido) y que, en las áreas, se pueden bailar tangos en cada lanzamiento de esquina.
¿A quien favorece todo esto? En principio a los dirigentes, ya que son los que podrían cambiar algo y, desde la noche de los tiempos, no lo hacen, dejando que la gente descargue su adrenalina contra el tipo del silbato y así ellos están a salvo de cualquier crítica y siguen viviendo a cuerpo de rey. En segundo lugar, a los medios de comunicación, cada día más numerosos y con más paginas y horas de emisión que llenar con polémicas reales o artificiales.
¿A quien perjudica? Pienso que al espectador, ya que asiste a un espectáculo muy gravoso para su bolsillo y que no sabe nunca con que normas será regulado.
Pero, los más perjudicados son el tercer equipo en liza, el equipo arbitral. Tres tíos ( bueno 4, agregando el inútil de la banda cuyo único trabajo es enseñar 1 cartelito de vez en cuando y perjudicar el trabajo de los entrenadores desde el banquillo) que, hagan lo que hagan, en el mejor de los casos serán ignorados y, en el peor, tratados como cuatreros del Far-West.
No digo que no tengan culpa de ello. Ellos contribuyen con su silencio borreguil- antes, por lo menos, hacían declaraciones explicando su visión del partido- a que la rueda siga girando, a cambio de unos emolumentos muy importantes por participar en un hobby, ya que esta no es su profesión, ellos tienen sus trabajos al márgen del futbol.
Pues, cambiemos de una vez el sistema. El deporte ha evolucionado, no se juega ni en los mismos terrenos de juego ni con las mismas botas y balones que a principios del siglo XX. Pues ¿ por qué dejamos que el arbitraje esté anclado en la época del charleston?
Que sean profesionales de plena dedicación, como los futbolistas. Que entrenen bajo las órdenes de preparadores físicos titulados y no cada uno a su libre albedrío. Que se concentren cada semana un par de días para discutir las jugadas, unificar criterios, hacer seminarios con ex-futbolistas y, además, que hagan ruedas de prensa para explicar a los medios de comunicación y, por extensión, al público, como se valoran las jugadas.
Apliquemos también la tecnología de forma que les ayude en su cometido. No sistemáticamente ya que el futbol es un deporte basado en la continuidad y demasiadas interrupciones lo convierten en un espectáculo insoportable. Tomemos ejemplo del tenis, el “ojo de halcón” es utilizado solamente a petición de los jugadores y de forma limitada. Pienso que sería una solución – con algunas variaciones- perfectamente aplicable al futbol. El capitán, o el entrenador, podrían pedir en cada partido 3 o 4 revisiones de jugadas en las áreas ( o fuera de ellas en caso de agresiones o jugadas que comporten expulsiones).
Serían opciones a estudiar, aunque los que deberían analizarlas, posiblemente, están más pendientes de otras cosas y prefieren que las marionetas que ellos manejan sigan siendo esos corderos que van al matadero cada jornada.