Salió el Barça con personalidad y sorprendentemente bien plantado al otrora Estadio de San Paolo. Y ello, pese a comenzar con una alineación que haría enorgullecer al mismísimo Clemente: coincidían en el once titular hasta seis defensas, cuatro de ellos centrales. Cuasi-orgasmo magurégico. Si bien es cierto que uno de esos cuatro jugó en el lateral y otro de medio centro defensivo, las sensaciones fueron distintas y, por primera vez en muchos meses, el experimento funcionaba.
Porque, especialmente en la primera parte, el arreón inicial azulgrana sembró de dudas defensivas a los napolitanos. Los de Xavi parecían ser conscientes de que había que marcar antes de que el rival se diera cuenta de la realidad azulgrana de este año. Y se pusieron manos a la obra. Primero Lamine El Chaval y después Dugarrowski pudieron y debieron adelantar a su equipo pero ambos chocaron con un Meret que, con su buena actuación impidió a la joven perla azulgrana coronarse, por fin, como el jugador más joven en marcar en la Champions.
Mientras tanto, al otro lado del campo, Ter Stegen no pasó de ser un mero espectador y la defensa barcelonista pasaba por los primeros 35 minutos más plácidos de toda la temporada. Pero una vez pasado el hype azulgrana del regreso a una eliminatoria de Champions 1.078 días después, el Nápoles recordó que jugaba en casa y llevó ligeramente el peso del partido aunque sin sensación de peligro real. Viniendo de donde viene este Barça, que un rival “Champions” no te dispare a puerta en toda la primera parte, ya es motivo para calificar el partido de “bueno”. Lamentablemente, ahí está hoy en día el listón de la exigencia culé.
El comienzo de la segunda parte fue una prolongación del final de la primera. Con el partido más igualado y más trabado, un estancadísimo Pedri seguía haciendo números para pedir un traslado en Junio. Preferiblemente a una cámara hiperbárica donde ver si recupera algo de ese físico perdido. Porque con una sola parte jugada, parecía llevar 2 prórrogas encima. El caso es que los jugadores diferenciales solo necesitan un instante para marcan la diferencia. Y en la mejor jugada del partido, con todos los jugadores del Barça ofreciéndose, el balón llegó al canario que sirvió de la mejor manera la asistencia a Robert. El gol vuelve a llamar a su puerta.
Todo parecía encaminado para firmar la mejor actuación en relación calidad vs precio. Quicir, importancia del partido vs juego desplegado. Incluso algún optimista podía pensar en sentenciar la eliminatoria. Pero el resultadismo que ha caracterizado a este Barça xaviano volvió a aparecer y, lejos de ir a por el segundo, comenzó a vegetar tratando de conservar el 0-1. Olvidaban que el Big Data de esta temporada dice que es imposible que el Barça mantenga a cero su puerta. Y así fue.
No necesitó mucho esfuerzo el Nápoles para castigar la racanería azulgrana. Cuando Oshimen retrató físicamente a Iñigo Martinez, empañando el hasta entonces buen partido del vasco, se confirmó que el Big Data estaba en lo cierto: bastaría un primer disparo a puerta de los locales, para marcar el empate. Con el 1-1 se envalentonaron los celestes y sufrieron los de Xavi. Un Xavi que, pese a que su equipo ya daba señales de ir muy justo físicamente, esperó hasta los 10 minutos finales para dar los primeros relevos. No se trata de justificar al egarense pero es lógico que uno se piense muy mucho el hacer cambios si, cuando uno mira al banquillo, las alternativas a elegir varían entre Nadinhabsolutinha, Tractoriol, Sergi Tormento o Juan Infeliz. Finalmente, los cambios solo sirvieron para cortar el juego y llegar al cierre del partido con la sensación de haber regalado una importante –economica y anímica- victoria.