El Shakhtar Donetsk decidió dejar de parecer la sucursal del São Paulo deshaciéndose de algunos brasileños y ahora solo le quedan dos en el equipo. Ni siquiera son titulares. Excluyendo a Stepanenko, el resto del equipo tiene una edad que oscila entre 21 y 24 años, como si fueran estudiantes en busca de su primer trabajo. Pero saben como tener la pelota, cuidarla, acariciarla, mimarla, demostrando que por algo los Konoplia, Ryztik, Sikan y Bondar fueron campeones del mundo sub20 con Ucrania en 2019. No son malos, pero sí bisoños. Si les das espacio, te lo pueden hacer pagar, pero el objetivo del juego es meter goles y no darle un paseo al balón.
Y el primero que sí marcó fue O Tiburao de Foios después de un chut-asistencia de Fermín. Pero si Ferrán es un tiburón, Fermín es un “Megalodón“. O al menos un apodo que haga justicia a su hambre de goles. Porque además clavó un golazo por la escuadra y por centímetros –entre palos y fueras de juego– no se fue a casa con su primer hattrick. Durante todo el partido quedó claro que cuantas más veces toque el balón Fermín y menos KalbOriol, mejor para el Barça. Esa es la fórmula.
En el entretiempo, los entrenadores decidieron no hacer ningún cambio. Mejor darle darles otra oportunidad a Kalboriol y Gundo. O tal vez simplemente estaban demasiado ocupados intentando entender por qué el Shakhtar había dejado de presionar. Caminar se presentaba como una buena opción para los locales. Y si llegaba el 3-0 se introducirían 5 cambios. Nada como una planificación de última hora.
Pero en defensa, el Barcelona se relajó tanto que parecía que habían olvidado la diferencia entre un partido de fútbol y una siesta. Se certificó que con Kalboriol en el campo, no se puede aspirar a nada serio en la Xempions. Su caminata en el gol ucraniano recordó al peor Busquets crespuscular. Y así cuando Sudakov marcó el 2-1, empezaron los sudores fríos. Quien más, quien menos, pensaba en un empate aquí, otro empate allá, una caída estrepitosa con goleada en casa ante el Oporto y, de nuevo, condenados a la Europa League.
Y así fueron los últimos 15 minutos del partido donde la grada solo podía pedir un esfuerzo defensivo pero en los que quedó claro que el equipo no tiene un concepto táctico en ese sentido. Aun así, apretando el “Ohio”, se logró una nueva victoria por la mínima de un Barça que prioriza el “qué” al “cómo”. Las malas sensaciones son evidentes, y la falta de control en los partidos un motivo de preocupación. Pero por momentos se hace difícil criticar a un equipo que, a pesar de la falta de cinco titulares, ha vuelto a ganar. A fin de cuentas ¿quién necesita controlar los partidos cuando puedes ganarlos? Empatando en el campo del Shakhtar, ¡clasificados!.
N.R. Esta crónica ha sido redactada con la ayuda de la IA: ChatGPT + Yoyacomments