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Crónica

Correcalles hacia el liderato

En pleno ciclo de mal juego se enfrentaba el Barça a un Sevilla algo más entonado que en los primeros partidos de la temporada. Se hacía difícil no pensar en la cita Oporto, por aquello de medir el nivel más real del equipo en Europa tras dos años de fracaso. Pero un nuevo traspié en liga, tras lo de Mallorca, se antojaba problemático. Así que no se lo pensó Xavi y tiró de once cuasi-titular de manual con el “experimento” de poner apenas dos centrocampistas ante las bajas en esa zona: las De Jong y de Pedri por lesión, y la Kalboriol por incapacidad manifiesta. Entre Raphinha y Juan Infeliz se alternarían en la labor de ser ese tercer centrocampista. Un invento que ni funcionó ni dejó de funcionar.

Porque el Sevilla planteó el partido de igual a igual dando como resultado un partido de ida y vuelta: bonito de ver pero riesgoso para los locales. En pleno correcalles, llegaron algunas claras ocasiones para cada equipo: mientras el Infeliz se encontraba con el larguero, Ocampos se topaba con el pecho de Gavi. Pese a que el invento no estaba dando demasiado control en el centro del campo -por la falta de gente en la creación y en la destrucción- insistió Xavi en su nueva idea: llegó la lesión de Raphinha y el técnico dio entrada en su lugar a Fermín.

Y poco tardó el canterano en tener su primera ocasión de gol, a la par que aportaba más fluidez que la que estaban dando hasta el momento sus compañeros de ataque. Mientras a Robert le costaba acercarse para llamar a la puerta, Juan Infeliz continuaba desinflando su soufflé –en el Atleti al menos hizo cinco partidos buenos antes de empezar su declive- y Lamine Chaval nos recordó que solo tiene 16 años y sería de locos pedirle la excelencia en cada partido.

No decayó el partido en la segunda parte, con aún más ocasiones y mayor presencia azulgrana en el área rival. Pero no era el mejor día de la precisión y la puntería brillaba por su ausencia. A falta de un cuarto de hora parecía que, nuevamente, solo un error o una genialidad podría romper el empate. Y esta vez sí llegó el error. Forzado, eso sí, por la insistencia de los chavales: prolongó Lamine Chaval una acción buscando al otro imberbe para que el balón finalmente se enredase entre las rodillas de alguien que podría ser el padre de ambos. Se sabía que Sergio Ramos terminó mal con Florentino. Pero ¿tan mal como para marcarse en propia puerta el gol que le daba los tres puntos al Barça? Sergio nunca lo reconocería, así que la especulación es libre.

El gol, bajó el ritmo del encuentro en Montjuic, con los locales tratando de dormir el partido pero, una vez más, sin saber defenderse con balón. Algo aún en el debe de Xavi. Por suerte, bastaron unos Kounde y Christensen imperiales para frenar cualquier intento sevillista de última hora, llevarse los tres puntos y recuperar el liderazgo.