Se jugaba el partido a las 21 horas del día 21, del año 21, del siglo 21. Y por este dato absolutamente superfluo pasará a la historia el debut en Copa del Barça en esta temporada. También por jugar por primera vez en Cornellá y que no fuera frente al Espanyol. Al no estar Piqué presente, alguien tenía que hacer la gracia. Disculpas.
El rival, la Unió Esportiva Cornellá, trató de emular la machada de sus compañeros de categoría el día anterior frente al Madrid. Porque tal vez no cuenten con una leyenda como la del Alcoyano pero sí tienen igual solera: el Fútbol Club Cables Elèctrics, antecesor del Cornellá fue fundado antes que el club alicantino. Demostraron igual pundonor y no estuvieron lejos de la sorpresa.
Colaboró a ello un Barça que no pareció haber tomado excesiva nota del bochorno madridista, a pesar de poner a muchos titulares en el once. Apenas el reclamo de ver a la que dicen será la próxima joya de La Masia: Ilaix Moriba. El canterano no dejó nada que llevarse a la boca. Y es que el hecho de que te comparen con Pogba sin haber pisado aún ni la Segunda División suele ser un buen camino hacia la Robinhización.
La extraña iluminación, la ausencia de público y las múltiples líneas azules del campo cual VAR continuamente activado no ayudaban a diferenciar el partido de un simple entrenamiento. El ritmo de solteros contra casados era la consecuencia de quien se repite a sí mismo “El gol es cuestión de tiempo”. Pero al Cornellá le bastaba con juntar bien sus líneas para no pasar demasiados apuros. Y si alguien esperaba que Troncao se reivindicase desborbando por su banda, ocurrió todo lo contrario. Porque a partir de hoy ya no se puede hacer el chiste de “no se regatea ni al lateral del Cornellá”: la realidad volvió a superar a la ficción.
El dominio azulgrana apenas se traducía en ocasiones y sus pocas llegadas chocaban con otro portero que demostró que la categoría se le queda pequeña: de José Juan ayer a Ramón Juan hoy. El portero catalán se puso el disfraz de Čech y voló como lo hacía el checo para detener el primer penalti de la noche. Pjanic fue el encargado de tirarlo ante la táctica del avestruz de El Hombre Gris. Si para algo ha servido esta eliminatoria es para demostrar que el francés es insustancial tanto en césped como en hierba artificial. Ya solo queda comprobarlo sobre tierra batida y sobre arena. Atentos dentro de 10 años a algún campeonato de veteranos de Fútbol Playa.
No pareció muy contento Q-Man con el desempeño de sus jugadores y dio rienda suelta a sus fobias: en su libreta, Riqui ENP no está autorizado a jugar más de 45 minutos. Ya fue demasiado darle dos prórrogas seguidas en la Supercopa. Hasta ahí podríamos llegar. El único cambio al descanso fue clave para el devenir del partido: ya se sabe que si entra Ruleta Rusa Dembelé algo va a pasar. Y pasó.
En una segunda parte casi tan insustancial como la primera, la solidez defensiva del Cornellá se volvía a ver amenazada por un nuevo penalti por Ap Chagi (Taekwondo) de Moreno sobre Lenglet. Ousmane bailó sobre sí mismo y lanzó a los pies del Čech del Bajo Llobregat, que apuntaba a héroe del partido. A esas alturas, la alineación azulgrana con Busquets y Pedri ya era cuasi-titular. Aunque humana: faltaban los dos dioses. Apretó el Barça y metió a los locales en su área en los últimos minutos, cual mal estudiante que busca el aprobado a última hora. Pero en el pecado encontró la penitencia: jugar otra prórroga más. La tercera en apenas una semana. Traducido: se ha jugado un partido más en una temporada donde sobran.
La perspectiva de una tanda de penaltis sin Ter Stegen y con un portero en estado de gracia enfrente no parecía demasiado halagüeña. Pero apenas había pasado un minuto del tiempo extra y Dembele volvió a entrar en acción, aunque ésta vez para bien. Demostró que es el negro del WhatsApp azulgrana: que sí, que ya cansa la broma de tenerlo en el equipo pero, vaya, que a veces se saca algo sin que uno se lo espere y todavía hace gracia. Trallazo incontestable ante el que no pudo hacer nada Ramón Čech. Respiraron los de Q-Man que, al menos, aprendieron a dejar pasar el tiempo defendiéndose con el balón. Sí, frente a un 2ªB. Pero por algo se empieza. El contraataque final que sentenciaba el partido confirmaba la iniestización de Pedri regalando un gol hecho a Barry White: porque él también prefiere dar goles que marcarlos.