José María se levanta tempranito, a las 8 de la mañana, para desayunarse sus dos magdalenas del Carrefour. “Estas, estas son las buenas, como de pueblo”, dice ilusionado mientras pasa de leer la ingente cantidad de colorantes y conservantes que llevan. Pero él es así, pequeñeces como esa no le van a amargar su vida de jubilado.
Se calza su chándal con deportivos (solía llevarlo con zapatos, pero sus hijas insistieron tanto en que no hiciera algo así que al final cedió), mascarilla por debajo de la nariz para que no le agobie, y sale a la calle a comerse el mundo, no sin antes cerrar bien fuerte la puerta. Ha visto en Antena 3 que en cuanto un señor mayor como él sale de casa, unos chavales te la okupan y si les dices algo la policía te mete a tí en la cárcel. Qué país.
Su destino es el de todos los días: ir al kiosco de la esquina de tres manzanas más abajo para comprarse su Mundo Deportivo, y si puede de reojo, ver algunas tetillas del Interviu mientras hace como que busca una revista especializada en economía (tema del que no tiene ni idea ni le importa). Por el camino ignora otro kiosco que abrieron hace unos años, con todos los periódicos, revistas y comestibles que pueda imaginar. Pero él quiere ir al kiosco de la esquina, pues lleva 20 años sin faltar un día, y José María es muy tradicional.
Se cruza como siempre con otro vecino jubilado, que le saluda animado:
– Bon día Jose María, qué, ¿al kiosco?
– Sí sí, a ver si hemos fichado al negrito francés ese.
El “negrito francés ese” es Depay, el holandés de la liga francesa. Pero como hemos dicho, José María no se pierde en el detalle, si juega en Francia será francés. Y José María siempre dice “negrito” para no ofender a nadie, porque negro es un insulto.
Al fin llega al kiosco, entra y respira profundo ese olor añejo a papel y detergente reutilizado. Le gusta lo tradicional, aunque ahora el local esté regentado por un inmigrante chino que aún sufre entendiendo cómo van los céntimos de euro.
José María va hacia el Mundo Deportivo mientras mira disimuladamente hacia la derecha: mala suerte, hoy las tetillas están tapadas por el Hobby Consolas. Qué juventud. Prosigue su marcha hacia el estante de la prensa deportiva, y ve números que asoman en amarillo y en negrita: 20.731.
No digas más: ya tenemos aquí al negrito francés ese por 20 millones de euros. Fichajazo de su tocayo para el Barça. Así sí, que lo del Ansu y el Pedri está bien para pretemporada, pero ahora sí tenemos un fichaje top de fuera, ya siente hasta la ansiedad por ver el reportaje, imágenes de sus goles, y sobre todo el montaje de la cara del negrito con la nueva camiseta blaugrana para esta temporada.
Al fin toma el Mundo Deportivo en sus manos: “20.731 firmas para la moción”.
“¡Però aixó qué es!”, no puede evitar gritar. José María normalmente habla en castellano para que le entienda todo el mundo, pero los exabruptos le salen en catalán.
El dependiente mira a lo lejos a José María: “Señolitas desnudas, a la delecha”, y sigue mirando videoclips en el ppstream de su portátil.
José María sigue atónito y los pensamientos se agolpan en su cabeza. ¿Quieren echar al presidente? ¿Pero quién? ¿Por qué? Si no ha hecho nada malo. Además, ¿se puede hacer eso de echar al presidente? ¿Tan pronto? Pero si Núñez estuvo mucho más tiempo, ¿por qué no dejan a Bartomeu?
Tras un shock así se encuentra de nuevo en su casa, no sabe ni cómo ha regresado. Sentado en el sofá, abatido, leyendo tembloroso el Mundo Deportivo. Su mundo se derrumba a su alrededor, van a echar a Bartomeu salvo que coja presto su carnet de soci del Barça y vote a favor de que siga el presidente. Suspira. Mucho esfuerzo. Toma el mando de la televisión, enciende el video y le da al Play: se reproduce en su VHS por enésima vez la cinta de video de los goles de Saviola en el Barça con el logo de Mundo Deportivo sobreimpreso. Buenos tiempos aquellos.