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La marcha procesional de la Hermandad del Buen Fin

Las marchas procesionales son las músicas que acompañan los desfiles procesionales. Empezaron a crearse en pleno romanticismo bajo el concepto de “marcha fúnebre” y de ellas surgieron grandes composiciones que, posteriormente, y debido al escaso repertorio del que disponían las primeras bandas de música, fueron adaptadas y tocadas en las procesiones de Semana Santa, continuando algunas de ellas aún vigentes hoy en día. Y a raíz de ellas, comenzaron a aparecer las primeras marchas fúnebres compuestas específicamente para cofradías y hermandades que son las que acostumbran a sonar en estos días.

No hubiera sido extraño que una de esas marchas hubiera sonado desde la megafonía del Camp Nou, en vez del el himno azulgrana. Incluso que los jugadores hubieran saltado vestidos de cofrades de la Hermandad del Buen Fin: el Sagrado Triplete, se entiende. Tras la clasificación para las semifinales de Champions y la final de Copa, pareció que los azulgrana no querían ser acusados del pecado de avaricia y dieron al partido un ritmo digno de una procesión del Sábado Santo.

Además, como buenos cristianos, optaron por la caridad ante un rival que había perdido en sus últimas 21 visitas a Barcelona: pese a regalarle continuamente el balón, los donostiarras correspondieron a esa caridad con un perdón ante Ter Stegen que ya habría querido Cristo en la cruz. Cerca de la mitad del recorrido, Lenglet pidió a sus compañeros que detuviesen el paso: y con todos detenidos alzó su cabeza, su voz y cantó por soleares. Que de algo sirve haber vivido alguna que otra Madrugá en Sevilla. La procesión transcurría sin sobresaltos.

Pero estando en Barcelona, hubo de cruzarse con otra Hermandad, la de Montserrat, cofradía de nazarenos del Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, concretamente de Juanmi, que robó la cartera a toda la defensa azulgrana. Por unos instantes, la sagrada figura parecía tambalearse pero el cofrade mayor, Don Honesto, permanecía impasible, hiératico. Apenas un minuto después, se rompía la cadencia de la procesión: entre el ritmo de tambores y trompetas la corneta de Jordi Alba sonó a rebato y disfrazado de D10S, recordó que este cofrade vale tantas monedas de vellón como la talla que da nombre a su cofradía.

Y pasado el susto, la hermandad azulgrana prosiguió a su ritmo cansino y sobrio, guiados por el gran cofrade Don Honesto, sabedores de que apenas les quedan siete estaciones de penitencia antes de alcanzar la gloria eterna.