No había necesidad de esforzarse: bastaba con ceder el balón al rival, buscar un ritmo cansino y confiar en las paradas de Ter Stegen.
A la vista de los resultados de los clásicos de la última década (10 victorias en 17 visitas), una frase rondaba por los bares y redes sociales: “El Barça juega en el Camp Nou y entrena en el Bernabéu”. Una frase etérea que, definitivamente, cobró cuerpo hoy cuando una versión absolutamente menor de los azulgrana goleó (nuevamente) al Real Madrid en su campo.
Tras 25 ocasiones sin gol en el partido de la Champions, quedó claro que había que afinar la puntería. Así que de eso se trataba el entrenamiento de hoy: fueron suficientes dos tiros entre los 3 palos para marcar 3 goles, una eficiencia del 150%. Y es que no había necesidad de esforzarse: bastaba con ceder el balón al rival, buscar un ritmo cansino y confiar en que llegarían las paradas salvadoras de Ter Stegen y el habitual gol de Messi en su estadio favorito.
Ni eso hizo falta. D10S, a quien solo le faltó salir con el peto de entrenamiento, fue un espectador más: se aburrió soberanamente en una primera parte donde pudo más el miedo a encajar que las ganas de jugar al fútbol. Solo los fallos de Vinicius animaron el soporífero espectáculo: la versión edulcorada de Robinho & Neymar, con menos gol que Edwin Congo, fue sin duda el hombre de la eliminatoria ya que, como en la ida, tuvo las mejores ocasiones para sentenciar y en todas eligió siempre la peor opción. Por si fuera poco, aún no tiene un nombre en esto del fútbol como para que sus numerosas caídas y tropiezos dentro del área se conviertan en Penaldos.
Quien sí escogió bien fue Dembelé: pese a comenzar el partido con una empanada de época, el francés fue quien reventó la eliminatoria. Apenas comenzado el segundo tiempo, su desmarque por la izquierda finalizó con una asistencia a Luis Suárez que el uruguayo, como era previsible, aprovechó para cerrar la boca a sus críticos durante algunos partidos más. Siempre nos quedará el recurso de decir que su falta de gol era, estadísticamente, una aberración. Y es que siempre es más fácil marcar en los entrenamientos que en los partidos de Champions.
Ese gol dejó el partido al borde del abismo pero el patrón no cambió: a los fallos de Vinicius le siguió un nuevo desmarque por la otra banda, que Dembelé convirtió en una nueva asistencia a Suárez. Varane se adelantó al eterno “9” azulgrana y puso fin al entrenamiento. Antes de irse al vestuario (que no a la ducha dado que apenas sudó), Messi puso la puntilla con su único punto de magia en el entrenamiento: asistencia a Luis Suárez que tampoco pudo culminar, esta vez por culpa del penalti de Casemiro. D10S insistió en la asistencia y le cedió el penalti, acaso para quitarle ligeramente el viejazo a su semi-compatriota. Jugando en el Bernabéu, había que homenajear a Sergio Ramos: cuantas más críticas, más posibilidades hay de que el penalti se lance a lo Panenka. El sábado continuará el entrenamiento de cara a las eliminatorias de Champions.