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Yoyalodije

Neumáticos brasileños para el coche de Valverde

Arthur ya ha pasado la cuarentena. Con este clon de Xavi, este Barcelona es otro. Y el equipo lo sabe. Y el público lo sabe.

 

Existirá vida más allá de Messi? ¿Cuál es el plan de Don Honesto para compensar su baja? Las preguntas y las dudas flotaban en el Estadi ante la visita de un Inter de infausto recuerdo para el tribunero culé. Pero no para Don Honesto, quien allá por el 2011 aún conducía su modesto Ford Olympus de apenas 50 CV, con su mismo estilo tranquilo y sin estridencias.

Por eso, ahora que conduce un Ferrari de casi 800 CV, ver en una camiseta rival el patrocinio de Pirelli, simplemente le trae a su memoria la mítica publicidad: “La potencia sin control no sirve de nada”. Así que para sustituir la rotura de su pistón principal, no optó por usar alerones: ni Dembelé, en el garaje desde la exhibición blaugrana en Wembley, ni la gran incógnita de esta temporada, Malcom X. Su apuesta fue una conducción bajo control. Sin ese desequilibrio que siempre da la válvula messiánica (pedirle que lo haga desde la grada con el brazo en cabestrillo es demasiado incluso para él) el sustituto de D10S fue el equipo al completo. Incluidos los técnicos de boxes. Desde Ter Stegen y sus manos mágicas hasta un Luis Suárez que, aunque nuevamente no marcó (como ya es costumbre en Champions), parece ir cogiendo la forma quincena a quincena (hace años era semana a semana). Y desde Lenglet, que ya parece discutirle el puesto a Umtiti (e incluso a Piqué) hasta Jordi Alba (¿tal vez este chaval se merezca ir convocado alguna vez para la Selección?). Pero sobre todo, la clave fueron los neumáticos brasileños.

Con luz roja para Coutinho. El desembolso más caro de la historia del club sigue sin dar el paso adelante que se le reclama. El mal llamado “sustituto de Iniesta con gol” no aporta ni fútbol ni goles. Se aproxima cada vez más a una versión desmejorada de su gran amigo Neymar. Incluso a una de Cristiano Ronaldo: que si no marca, no deja nada que llevarse a la boca. Con una “leve” diferencia: Chutinho marca unos 30 goles menos que el portugués.

Con luz amarilla para la aparición sorpresiva de Rafinha: jugar en sustitución de D10S le inspiró lo suficiente en la jugada que abrió el partido. La habría firmado el mismo Messi. Hasta con el radio roto.

Y, sobre todo, con luz verde para Arthur Melo. Cuando el goianense dominó a su antojo la final de la Copa Libertadores del año pasado frente a Lanús con esa soltura propia que solo tienen los grandes centrocampistas, el bajo nivel actual que tiene la otrora gran competición de Sudamérica, muchos (me incluyo) lo pusieron en cuarentena. Ya la ha pasado. Porque con este clon de Xavi, este Barça es otro. Y el equipo lo sabe. Y el público lo sabe. Y hasta Mendoza lo sabe. Quien no parece saberlo del todo es Don Honesto: la pitada del público ante el infame cambio tal vez le haga entender que entre Arthur y Arturo hay más diferencia que un par de letras. Porque una mala elección de neumáticos te puede hacer salirte de la carretera.