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Crónica

La dilatación del tiempo

Hace pocos años, un grupo de físicos verificaron una predicción clave de la Teoría especial de la relatividad de Albert Einstein: la conocida como “dilatación del tiempo”. Esta predicción suele explicarse con el ejemplo de que el tiempo se mueve más lento para un reloj en movimiento que para uno fijo. Cosas de las referencias gravitacionales. Aquellos científicos, que tardaron 15 años en verificar matemáticamente las predicciones de Einstein, lo habrían tenido más fácil si se hubieran dedicado a observar la carrera de Messi. De alguien que marca la órbita gravitacional de todo un club. Del único jugador capaz de “dilatar el tiempo” al punto de que un partido de fútbol oficial solamente dure 15.

Porque en 15 minutos, al alfa y el omega del universo blaugrana le dio tiempo a sublimar una gran combinación del ataque culé con una asistencia mágica para que Chutinho enviase el balón a la escuadra. A deleitar con una arrancada más a la tribuna para telegrafiar un nuevo pase a la red de su víctima favorita (junto a los equipos de Madrid). Y a caerse en un mal gesto en la disputa de un balón con un compatriota a quien se estudia retirarle la nacionalidad argentina. Aporto el dato para las autoridades pertinentes: Franco Damián Vázquez. Nacido en Tanti, Provincia de Córdoba, Argentina el 22 de febrero de 1989. Que su apodo sea el “Mudo” se entiende como profético porque de ese modo se quedó el Camp Nou al ver a su estrella en el suelo con gesto de dolor. En el culto a D10s esta imagen es la equivalente a la de Cristo crucificado.

En ese momento, se dilató el tiempo: del minuto 15 se pasó directamente al 90. Lo que sucedía en el césped dejó de importar. La NADA de La Historia Interminable se extendió sobre la faz de la tierra. Las descargas online sobre cursos rápidos de medicina se aceleraban: ¿Es peor un esguince, una luxación o una hiperextensión? ¿Llegará el Messias a jugar el clásico de la próxima semana? Si lo hace, ¿debería jugarlo como Pelé en Evasión o Victoria? Algunos en la grada se ofrecían a que les arrancasen un brazo para trasplantárselo a Leo. Un aficionado culé de Valladolid vio tan claro que el partido ya había terminado que enfiló sus pasos para asistir al pase especial de las 22:00 de Dast-neveshtehaa nemisoosand, película del director iraní Mohammad Rasoulof en la Semana Internacional de Cine de la ciudad. Aún llegaba a tiempo. Incluso en los mentideros blaugranas se planteaba si en la agitada asamblea de socios compromisarios de la tarde, y en su fallida votación sobre el escudo, la votación debería ser si cambiar el balón por el rostro de Messi.

Dicen que en un universo paralelo, el tiempo transcurrió normalmente. Y en ese universo a Don Honesto por fin le gustaba más Arthur que Arturo. A Luis Suarez le volvían a salir las hechuras de gran delantero con una asistencia y un gol de penalti que él mismo forzaba. Al portero suplente de la selección alemana le daba por hacer no una, sino dos paradas “messianicas” o “casillescas”, de esas que parece que sólo le hacen al Sevilla. A Rakitic le podía el empeño de marcarle nuevamente al equipo que le dio la alternativa. Al equipo de Machín se le ponía cara de candidato, demostrando por qué había llegado a ese partido como líder. Y el Barça y el Sevilla empataban a 2 goles. Pero eso fue en otro universo, porque en éste, en el que orbita en torno a Messi, el partido sólo duro 15 minutos. Y él se quedó con los 3 puntos.