Pero en líneas generales, y a excepción de algunos diseños horrendos (que, no olvidemos, al final escogen las directivas), que se podrían contar con los dedos de la mano (la del fichaje de Saviola, el esquijama de la última temporada de Pep de entrenador, la difuminada de la siguiente y la de las franjas horizontales), estos 18 años de vinculación con Nike han sido positivos para el club: los de Oregon nos han permitido posicionarnos a nivel global y poder ser así los que más vendemos; y el Barça finalmente les ha dado su mayor icono deportivo en todo el mundo (ni esta seleçao ultradefensiva de Dunga, ni las AirJordan, ni la NFL, ni las pijadas de Federer). Por eso es de justicia que ahora seamos la camiseta mejor pagada (ya lo de creerlo después, con esta Junta de trileros, es poco menos que un acto de fe).
Y como la contrapartida a tener este año una bonita camiseta-homenaje va a ser que en la siguiente llevaremos una modernez adefésica, para la 2018-2019 espero una inspirada en la época de Kubala (incluidas las desaparecidas medias rayadas):