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El DNI como argumento

Alberto Contador no se dopó. Cómo se va a dopar si es español! No hay evidencia más exculpatoria. Por increíble que parezca, y por mucho que pueda chirriar al mundo exterior, esa viene a ser la línea argumental para defender la inocencia del de Pinto en muchos (demasiados) medios al supuesto servicio de un país.

Cierto es que no se ha podido demostrar que Contador se dopara, como tampoco que no lo hiciese, pero lo que es seguro es que dio positivo por clembuterol, y los positivos por doping acarrean sanción.Este viene siendo desde hace mucho el desenlace habitual en otros países, y empieza a serlo ahora en el deporte español, uno de los más manchados en los últimos tiempos por la multitud de sospechas y la escasez de sanciones. También ahí se están empezando a notar las presiones internacionales de los merkels deportivos.

Pasó con Carlos Gurpegi, Alejandro Valverde, Paquillo Fernández, Alberto García, Igor Astarloa, Roberto Heras o Marga Fullana, y faltó determinación para acabar el trabajo con una Marta Domínguez a la que su afiliación política no le hizo ningún mal. Pero ahora se pincha en hueso con Alberto Contador, uno de los intocables para los guardianes de las esencias patrias. Rijs, Pantani, Armstrong y Landis se dopaban; a Contador le persiguen. Por envidia y por español.

Les confieso que soy una rara avis. Me apasiona Contador como no me había apasionado nadie encima de una bici desde Perico. No lo hicieron otros grandes como Armstrong, Pantani, Ulrich o el Chava, que unas buenas siestas me hurtaron entre todos, ni me atrevería a decir que el gran Miguel Indurain, al que para mi gusto le sobraba robótica y le faltaban defectos. Y digo que soy rarito porque, paralelamente, creo que Contador es culpable (como mínimo de un positivo) y debe pagar por ello. Y tanto me da de donde sea y lo que haya ganado. Como mucho me fastidiará perderme su pedaleo en la próxima ronda gala y los Juegos ingleses. Aunque menos que a él, sin duda.

A Contador le acuso de tomarme el pelo con el filete de Irún, y le culpabilizo directamente de las suspicacias que ha podido levantar esa trola sobre su posible culpabilidad. La mía entre ellas. A la mayoría de medios les pediría que dejen de dar al futuro del país el ejemplo que están dando, que dejen de mostrarles a los niños que quien la hace, si es español, no tiene porque pagarla. Que en ese caso todo vale como disculpa, y que no hay mejor defensa de lo indefendible que atacar a todo lo atacable. Hace ya mucho que el periodismo de los deportes individuales se futbolizó de mala manera hasta divinizar a los del DNI (a los del escudo, en el ámbito futbolero) y a satanizar a cualquiera que osara competir con ellos.

Presentadoras de laSexta Noticias -hija de bufón, para más señas- poniendo la mano en el fuego por la inocencia de Contador (“yo le creo”), tertulianos de Radio Marca buscando culpables para defender positivos (“la culpa no es del TAS sino de la UCI, que sólo quiere recaudar. Sólo les interesa el dinero. Son unos cho-ri-zos”), programas nocturnos con un punto de pelotas, con cero dudas y tertulianos con argumentos. “Hijos de la gran…”

¿Tanto cuesta analizar en función del qué, olvidandose del quién, y sobretodo de si me cae o no bien? Si soy de Contador, ¿debo proclamar su incencia sin atender a los hechos consumados? Si no me gusta el de Pinto, ¿debo aseverar con saña su culpabilidad? Si eso está escrito el que lo escribió no es periodista. Cuando el periodismo pierde matices se convierte en propaganda. Y quien precisa mucha, algo esconde.