Categories
Kantinusports

Más Masía en Can Cantera

Por si no le habíamos dado suficientes vueltas de tuerca al papel de la cantera culé con el podio de oro de los ya llamados pepqueñines, el finde llega cargadito de nuevas y renovadas razones. Viene por un lado con el derby metropolitano marcado por la buena salud deportiva de los contendientes pero también por el numeroso grupo de exintegrantes de la Masía que pretenderán patear lo que un día fue su cuna (ahí está el eterno lesionado De la Peña, pero también los activos Verdú, Baena, Sergio García y el fabuloso Víctor Ruiz), y por el otro por el reincidente azar de la Champions, que nos depara unos octavos contra el mayor de los admiradores del Made in La Masía, el Arsenal de Wenger.

Más allá del regreso de Cesc, de las ganas de revancha de unos gunners que están empezando a pagar caro en el campo el saqueo a Gaspart en los despachos, del buen gusto por el balón de sus plantillas y entrenadores, más allá de todo eso se enfrentarán las dos filosofías más diáfanas, definidas y, sobretodo, duraderas del fútbol acutal. Barça y Arsenal han desbancado en los dos últimos lustros a Madrid, Bayern y Ajax, históricos clubes con las ideas claras y la hoja de ruta más que definida.

Lo mejor que puede decirse de gunners y culés es que saben lo que quieren con indiferencia de qué jugadores completen el once o de si el año es o no bisiesto. Con el Ajax a años luz de lo que fue, con el Bayern buscando de la mano de Van Gaal la regularidad perdida, y con un Madrid apenas luso porque un 5-0 les quitó la ilusión, Barça y Arsenal han instaurado unos estilos que enganchan al extraño y les acercan a los títulos.

En casi todas las postales triunfales del Barça más ganador aparece -más o menos desenfocado, según el caso- el Arsenal de Wenger. Especialmente cerca del objetivo salió en París, donde estuvo por delante y vendió cara su derrota, pero tampoco el pasado año pasó por intrascendente en la gran fiesta de Messi. Ya en Londres había asustado al Barça en la mejor noche de Ibra pero fue en el Camp Nou donde encendió las alarmas poniéndose por delante en la eliminatoria. Hoy, el Arsenal es mejor, por lo que no caben relajaciones en febrero.

Tampoco deberían caber este sábado en Cornellà, pues también este Espanyol es mejor que el del pasado año, cuando tejió una pequeña tormenta perfecta en todos los rincones del campo para rebajar las ansias de competir de un equipo, el azulgrana, muy exigido en esas alturas. Cierto es que también el Barça está dos o tres cuerpos por delante de su versión del pasado año, que Villa entendió desde el primer minuto que para llegar al gol hay que pasar primero por el juego y que Busi y Pedro se han consolidado de tal modo que producen hasta donde no llegaron Touré y Henry. Pero nadie se debe llevar a engaño: se ganó en Pamplona y se abrasó a la Real con la inercia de forma del clásico, pero en un derby las inercias no sirven de nada.

Un derby ni se juega ni se vive. Un derby se compite. O se palma.