Categories
Yoyalodije

La grieta Rosell-Guardiola

¿Se llevan realmente mal Guardiola y Rosell? ¿Qué hay de cierto en esa aparente grieta por la que tratan de penetrar algunos? ¿Está Pep contento y en sintonía con el club o es carne de relevo a la que las cosas se tuerzan mínimamente o incluso sin que se acaben de torcer?

Hasta en verano, a uno le resulta difícil vivir ajeno a su habitual entorno. Así que esas y otras preguntas del mismo estilo han estado presentes tanto en mi cabeza como en la de la mayoría de los muchos contertulios con los que he tenido el placer de compartir cañas, whiskis, mojitos, paellas, carajillos y, sobre todo, tiempo de conversación durante estos calurosos días de agosto. Como suele pasar en el FCB, no nos conformamos con ver y saber que atravesamos un gran momento deportivo y andamos siempre mosqueados pensando que detrás de cualquier decisión hay un principio de crisis, un problema que podría llevarnos, de nuevo, a la autodestrucción.

Siempre hay cosas que sorprenden en el Barça: Pep renovó sólo por un año, contra pronóstico de quienes bebían de fuentes autorizadas. Se fue Chigrinskiy. No se fichó a Cesc. Y empezaron a surgir nombres como los de Bruno, Senna, Robinho, Pato, Ozil… Buf! Intervencionismo puro y duro! ¡Ismos a la vista! ¡Fractura social! ¡Que no toquen más los huevos a Pep… o que le hagan pasar por el aro!

Mi impresión general al respecto es de normalidad. No he logrado confirmar por ninguna vía fiable que las relaciones entre el presidente y el entrenador del Barça constituyan un peligro de mayor riesgo que el habitual cuando se tiene a una persona de personalidad fuerte en el banquillo, como es el caso de nuestro actual entrenador. Al presidente, por su parte, le gusta mandar… y para eso lo eligieron. Es decir, una situación bastante normal en casi todas partes.

Para entendernos, no creo que ahora mismo haya entre bastidores algo parecido a lo que en su día pudo haber entre Cruyff y Núñez, unas discrepancias de esencia que, por otra parte, tampoco impidieron que el holandés se sentara en el banquillo durante ocho temporadas seguidas de manera bastante exitosa ni que el Barça firmara una de las mejores épocas de su Historia.

Me apetece muy poco perder el tiempo averiguando si algunas de las memeces que recoge la Caverna (vocablo de gran legado laportiano, por cierto) tienen base real. Me cuesta entender que haya algún directivo azulgrana de nuevo cuño que vaya sacando pecho augurando el final de la era Guardiola (eso sí que sería un legado de necios). Y tampoco me entusiasma que se babee absurdamente en defensa de todas las decisiones del nuevo presidente, alguna de ellas, por cierto, muy en contra de mi particular parecer, como la de jugar el Gamper en horario de tarde. ¡Con lo bonita que es la noche barcelonesa en agosto, coño! También se le puede decir a Rosell que somos muchos como para que sus decisiones nos complazcan a todos. Digo yo que se le debería poder decir, vamos.

En resumen, que si oís por ahí que Pep está muy enfadado o que lo que quiere Rosell en realidad es cargárselo, que es posible que lo oigáis, no le deis demasiado crédito. A corto plazo, un parámetro en el que se desenvuelve Guardiola con notable destreza, no veo motivos para que los culers estemos preocupados por este tema. Eso sí, el futuro, lejano o no tan lejano, siempre puede deparar otros escenarios diferentes al que vivimos a fecha de hoy. Pero eso ya dará que hablar cuando llegue, si es que llega. Ahora, no toca.