Racing de Santander, 0 – F.C. Barcelona, 3
Y, de repente, regresó la Liga. La intempestiva salida de Zlatan Ibrahimovic con destino a Milan había acaparado la atención mediática durante el fin de semana como guinda que culminaba una pretemporada atípica y nebulosa: un presidente entrante y dos salientes (el oficial y el honorífico), tensiones de tesorería, el frustrado fichaje de Cesc, el inoportuno partido amistoso de la selección española en México… Pero la consecución de la Supercopa (octavo título de la era Guardiola) confirmó que el cuerpo técnico y los jugadores saben aislarse herméticamente del ruidoso entorno y que, cuando la pelota empieza a rodar, ellos son los únicos protagonistas bajo los focos.
El Barça apenas tardó dos minutos en ponerse con ventaja en el marcador en El Sardinero. Messi recibió un pase de Iniesta y picó suavemente la pelota ante la desesperada salida de Toño. Tras su frustrante experiencia mundialista con la albiceleste, el delantero argentino ha recuperado la mejor versión en su añorado ecosistema azulgrana: hoy con un gol sutil, hace una semana con un hat trick demoledor ante el Sevilla. No obstante la filigrana del partido se gestó a la media hora de juego: un despeje de puños del portero racinguista lo recogió Iniesta para conectar una sublime vaselina desde fuera del área. No hay goles intrascendentes para el orfebre manchego: pueden valer un título mundial o pueden ser estéticamente impecables.
El Racing tuvo la oportunidad de acortar distancias dos minutos después con un más que discutible penalty señalado a Maxwell por empujón a Francis, pero Valdés logró enviar a corner el lanzamiento de Tchité. Soberbio partido del guardameta azulgrana que con siete paradas en su haber desbarató toda acción de ataque local. Al filo del descanso el árbitro invalidó un gol de Villa (tras un magistral pase de Xavi) por un polémico fuera de juego. El delantero asturiano, hoy severamente castigado por el banderín del árbitro asistente, tendría su revancha en la segunda parte, logrando su primer gol oficial con la camiseta azulgrana con un cabezazo cruzado tras un gran centro de Alves al segundo palo.
A pesar de que la retransmisión televisiva ofreció en el último minuto del partido un plano de los rostros serios y pensativos de Zubizarreta y Estiarte poco se puede reprochar a la actuación del equipo en tierras cántabras. El Barça, en un impecable debut liguero, fue fiel a su reconocible credo futbolístico: solvencia defensiva, solidaridad en la presión, juego interior, posesión del balón, apertura de espacios, superioridad en las bandas, combinación, desborde, remate… Pura filosofía blaugrana. Qué errado anda Ibrahimovic, en una mezcla de ignorancia y despecho, creyendo que puede usar este concepto en modo peyorativo.