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Crónica

El candidato no puede contra el campeón

Pudo haber sido la gran final de la Champions de la temporada pasada. Y habría sido, probablemente, una de las mejores finales de la historia si se hubiera visto algo similar al partido de Montjuic.  Sin duda, mejor que la descafeinada frente al Inter. Y ganó el mejor. Porque el Paris Saint Germain aún es el mejor equipo de Europa.

Aunque es cierto que el Barça dio muestras de poder ser un buen candidato. Al menos durante su buena primera parte en la que superó al PSG. Con un Pedri imperial haciendo de todocampista. Con unos primeros minutos explosivos de Lamine, ruleta incluida y exquisita asistencia con el exterior a Fallon, que un defensa sacó bajo palos. El valenciano confirmó su apodo.

Las bajas, numerosas en ambas escuadras, no se notaban en el juego. Aún. Porque solo se había disputado media hora. Tiempo suficiente para que una triangulación Pedri-Trashford-Fallon culminase, ahora sí, en el fondo de la portería de Chevalier. Tras el gol, el empuje azulgrana continuaba, como mandan los cánones flickeanos, pero las salidas a la contra parisinas empezaban a mostrarse cada vez más peligrosas. En una de ellas, un desajuste defensivo fue aprovechado por Nuno Mendes. Su pase se convirtió en un flagrante error en el corte de Cubarsí, y Mayulu, solo frente a Sczncjshdy, sacó un tiro. Flojo y casi centrado. Lástima que el polaco zubizarreteó. Imposible no echar de menos a Joan García. Sin su tridente de ataque, los franceses también podían y sabían hacer daño.

Se dio cuenta de ello el PSG pero también el Barça. Que empezó a recular. Especialmente en una segunda parte donde el campeón sacó brillo a su reciente condición. El paso de los minutos iba inclinando la balanza, futbolística y física, en una única dirección. Se hacía largo el Barça, menos intenso en la presión, con el evidente agotamiento de Pedri, Lamine, Fallón, Trashford o Eric. Y la desaparición absoluta de Lamine. Y enfrente, un rival que demostraba la importancia de poder descansar los fines de semana en su campeonato.

La superioridad del PSG era cada vez más patente. Sus dos laterales, acaso los mejores del mundo en su puesto, percutían como si no hubiera un mañana. Y los cambios de Flick no surtían efecto esta vez. Quizá porque lo que entraba mejoraba en poco o nada a lo que salía. Y, sin embargo, todo pudo cambiar en un minuto. Con la gran ocasión de Olmo, la única de verdadero peligro en toda la segunda parte. Achraf, partidazo el suyo, salvó bajo palos el 2-1.

Pero el dominio, el juego y las ocasiones, eran del PSG. Tan evidente era que, más de un culé firmaba el empate a falta del último tercio de partido. Una gran jugada de Kangüen Lee que se fue al palo, fue el preludio de lo que se anunciaba a gritos. Y nuevamente por la banda, esta vez por la derecha, Achraf asistía magistralmente a Gonçalo Ramos que, solo, batía a Sczndhjkny por segunda vez.

Victoria merecida que confirma a los parisinos como la nueva bestia negra azulgrana. Sus tres últimas visitas a Barcelona se saldan por victorias. Y si las anteriores fueron contra un Barça de Hacendado, la de hoy tiene más mérito: por las bajas y por ser contra un equipo que ya está más cerca de la élite. Pero al que aún le falta un paso más. Flick está construyendo ese peldaño.