Categories
Crónica

Liderato sufrido

¿Derrota blanca sumada a rival en horas bajas? Estaba claro: victoria fácil para asaltar el liderato. Pero el optimismo culé es casi un oxímoron por definición. Y pocas veces, por no decir ninguna, se gana un partido de azulgrana sin bajarse del autobús. La vuelta a Montjuic no fue la excepción. Porque además Hansi, acaso pensando en la Champions o en lo larga que será la temporada, introdujo cuantiosas rotaciones. Lo que, sumadas a los varios lesionados, permitió ver a dos novedades como Roncola y Dro en el once titular. Ninguno funcionó. Como, en general, el resto del equipo.

Y no lo hizo, a partes iguales por el espeso juego azulgrana y por la buena defensa realista. Se robaba rápido pero se movía el balón de manera plana y apenas se ponía en peligro a la zaga vasca. Apenas un tiro de Trashford a bocajarro y otro de Roncola, ambas resueltas brillantemente por Remiro, en su afán por conservar su sitio en la selección, ahora que asoma la cabeza de Joan García. La actuación de hoy y la lesión del catalán, le garantizan un puesto en la próxima convocatoria.

En el otro lado de campo, apenas asomaba alguna camiseta blanquiazul. Hasta que lo hizo por primera vez, cuando Barrenechea dejaba clavado a Koundé y servía un balón para encontrar a quien menos esperaba: Odriozola. El lateral batía la puerta vacía del retornado Sczncbdhjny  que nada pudo hacer. Tocaba remar con el marcador en contra. Otra vez. Por cuarta vez en lo que va de temporada.

Y no transmitía buenas sensaciones el juego azulgrana. Pero la nueva mentalidad insuflada por Flick, permite confiar siempre en la remontada. Ayudó, sin duda, empatar antes del descanso. Ante la falta de fluidez en ataque, siempre queda la carta del balón parado. Y fue en un corner, tras un buen servicio de Trasford lo que permitió marcar los tiempos a Kounde y rematar de cabeza sin oposición. Tablas antes de marchar a los vestuarios.

Dro fue el sacrificado en el vestuario. Era el primer jugador con origen filipino en el Barça desde el 6 de mayo de 1927. Casi 100 años para un debut insípido e intrascendente. Porque Messis y Yamales salen cada 30 años. Y que a uno le toque la lotería cada semana solo le pasa a Carlos Fabra. 80 veces, para ser exactos. La entrada de Olmo intentaba avivar un ataque aún atascado pero se necesitaba algo más. Concretamente lo que te da Lamine.

Un minuto necesitó el Chaval. Para dejar sentado a Sergio Gomez y asistir a la cabeza de Robert –el gol llama a su puerta. Y apenas otro minuto después, cola de vaca y caño -todo en uno- para justificar en un segundo el haber visto el partido. El trofeo Kopa, que mostró al inicio del partido, parece tener dueño hasta el 2028. Quién sabe si el Balón de Oro también.

Partido encarrilado. O esa impresión daba. Porque dos claras ocasiones más, una de Lewandowski y otra de Olmo, parecían el preludio del tercero. Que llegó por medio de Lamine. Lástima que el extremo partía de una milimétrica posición adelantada. Ese trozo de uña que, sin duda, le dio una ventaja definitiva. Fin sarcasmo. La falta de puntería azulgrana animó a la Real a dar un paso al frente. Y con la incertidumbre del marcador, Kubo estuvo cerca de aprovechar el nerviosismo. El japonés nunca llegó a debutar de azulgrana, por lo que no podía cumplir la ley del ex: su tiro fue repelido por el palo.

¿Llegaba el momento crítico del partido? Ningún problema. Como en Newcastle, la solución fue “balones a Pedri”. La piedra filosofal de Flick sobre el terreno de juego. La pieza que aporta clarividencia. El canario escondió el balón y solo le faltó llevárselo al vestuario cuando fue cambiado para cerrar el partido y la vuelta al liderazgo. ¿Hasta Mayo?