17 minutos. Eso fue lo que duró el partido real. O el partido en el que estuvo la Real. Fue el momento de la expulsión de Elustonto por agarrón a Olmo siendo el último hombre. Justa expulsión, como afirmó el propio Imanol Alguacil hasta tres veces, por mucho que la caverna nacionalmadridista berree. Hasta ese minuto la Real parecía ir con una marcha más que los locales. Incluso le había valido para dar un susto al Barça con un gol anulado por fuera de juego de Javi Lopez.
Pero todo cambió al verse con un jugador menos. Los donostiarras dieron un paso atrás y los barcelonistas uno adelante, con Pedri, Olmo y Lamine aglutinando todo el juego de ataque. Fueron precisamente Lamine primero, con un mini slalom de lujo en el lateral del área, y Olmo después, cambiando la orientación de la jugada, los que fabricaron el primer gol que remachó Gerard Martin, hoy lateral izquierdo titular. El canterano inauguraba el marcador y su cuenta como azulgrana. Ya es uno más de esa lista de jugadores que vistieron de azulgrana y superan a Dugarry en el palmarés de goleadores del club.
La Real agachaba la cabeza, sabedora de lo que se venía. Y ni tres minutos tardó en llegar el segundo. Córner botado por Rabinha que cae en las botas de Olmo y su disparo es desviado, casi sin querer, por Casadó. El gol contará en sus estadísticas y, como su compañero canterano, también adelanta en la clasificación de goleadores azulgrana al único. Al inigualable. Al mítico. A la leyenda Christophe.
Quedaba una hora de partido pero olía a partido sentenciado. Más aún cuando ambos equipos eran sabedores de sus importantes partidos en Europa en apenas cuatro días. Y dominando, con pausa y tranquilidad, el Barça manejó el partido sin sobresaltos hasta el descanso. Pero no quiso confiarse Flick, que no hizo ningún cambio, como si esperase a sentenciar el partido con goles y no solo con sensaciones.
Así que el equipo saltó en la segunda parte con esa consigna. Había que buscar el tercero y a dormir. A los cinco minutos, Pedri se animó con un remate desde fuera del área que se fue a la cruceta. El preludio del ansiado tercer gol. Nuevo córner botado por Rabinha y el cabezazo de Robert es despejado pero no blocado por Remiro. Araujo remachó el gol de cabeza desde cerca. El central uruguayo sigue intentando reivindicarse a base de goles: alguien debe recordarle que es defensa y, como tal, lo que se le pide es otra cosa.
Ahora sí, el partido estaba finiquitado. Y Flick no tardó ni cinco minutos en meter un triple cambio, para dar descanso a piernas que afrontarán dos meses decisivos. Dentro Eric, FrauDe y Fallón. Y el equipo, casi por inercia, marcaba el cuarto. Disparo de Araujo desde la frontal y esta vez era Robert el que desviaba –sin querer queriendo– el balón a gol. Partido funcionarial del polaco pero se va con otro gol a la buchaca estadística. Con cuatro a cero, ambos equipos firmaron un pacto de no agresión. Continuó el carrusel de cambios, las virguerías de Lamine y así, sin mayores historias y cero sufrimiento, se llegó al final del partido. Europa espera.