Categories
Crónica

Ya da la talla

Líder. Ahora de verdad. De la buena. Porque hasta el partido de hoy el liderato azulgrana parecía más bien circunstancial, sin haber aún dado la talla en los partidos importantes de lo que va de temporada. Pero hoy, ante un Atleti que venía como un tiro, sí la dio. Y no fue casual que lo hiciera en el primer partido serio en el que coincidían Pedri, Rabinha y Joan García. Con los tres sobre el campo, las derrotas ante Mierdas, PSG y Chelsea podrían haber cambiado de signo.

Y eso que, sorprendentemente, el Atleti salió a por el partido. Crecido por su racha de resultados, los de Simeone cambiaron su especulativo libreto habitual. Dominaron el primer cuarto de partido. Dominio que cristalizó en un pase largo De Molina a Baena que el roquetero (de Roquetas de Mar) definió de forma magistral ante la salida de Joan García.

No se puso nervioso el Barça con el gol. Al contrario. Pedri empezó a tomar el timón de mando y a su estela se subió el resto del equipo, que empezó a generar juego hasta inclinar el campo hacia la portería de Oblak. Ayudó mucho el rápido empate de Rabinha sin que hubieran pasado ni diez minutos: Pedri aprovechó la pasividad atlética para filtrar un pase de tiralíneas al brasileño que, recorte incluido, hizo el resto.

Al gol del empate le siguieron, tal vez, los mejores minutos azulgrana. De hecho, los mejores en mucho tiempo , teniendo en cuenta la entidad del rival. Con Pedri en modo mariscal llegaron las ocasiones. Incluida un claro penalty sobre Olmo con el que Viejowski aprovechó para testear si el cemento de la tercera gradería ya se había secado. Exactamente allí mandó el balón. Probablemente uno de los peores lanzamientos de la historia. No del Camp Nou. No del Barça. De la historia del fútbol. Su cabezazo, poco después, salvado por Oblak fue de lo poco digno que hizo el polaco, que hace rato que está en modo veterano: si no marca, resta más de lo que aporta. Sirva como atenuante para Robert que, un hipotético sustituto como Julián Álvarez, firmó un partido aún peor.

Quedaba, pues, la decisión del partido para el segundo tiempo. Que empezó con ambos equipos enchufados. Primero Rabinha cruzando en exceso una magnífica asistencia de Lamine, a lo que respondió Giuliano pifiando su remate en última instancia. Duelo de poder a poder pero con la sensación de que era el Barça el que estaba siempre más cerca de marcar. Al menos mientras le aguantase la gasolina a sus dos pilares.

Simeone, desconocido, pareció ir a por el partido. Al menos eso se desprendía de las entradas de Sorlorh y Almada. Y para una vez que el argentino era valiente…. el fútbol se comportó como Roma: no pagando a quien tanto traiciona a este deporte. Lo primero que vieron los recien entrados al campo fue una gran jugada colectiva azulgrana que, arrancando desde la defensa, acabó llevando el balón hasta los pies de Olmo. Y ahí Dani batió a Oblak justo antes de que su hombro pidiese tiempo muerto. Pudo sentenciar Lamine casi a renglón seguido pero quiso ajustar demasiado la buena asistencia involuntaria de Gimenez. No todo tienen que ser golazos en esta vida, Chaval, a veces se puede buscar algo más sencillo.

El cansancio empezó a hacer mella en los locales. Especialmente en Pedri y Rabinha, aún sin ritmo para 90 minutos tan exigentes. Fue el momento elegido por Flick para sacar su chapa de entrenador culé para dos o tres lustros. Si alguno se preguntaba si el alemán se atrevería a terminar el partido con un centro del campo de canteranos con una media de 21 años ante uno de los equipos más en forma de Europa, Hansi respondió con un “Sujétame el cubata” de manual mientras plantaba a Eric, Casadó y Dro en el círculo central.

Y también en ese último cuarto de partido, dio la talla su equipo. Sin Lamine, sin Pedri, sin Olmo, sin De Jong, sin Fermín, sin Raphinha, sin Lewandosky… un Barça de circunstancias que supo sufrir y supo jugar con aplomo. Cierto es que tuvo alguna ocasión el Atleti para el empate, sí. Pero Almada falló la más clara y los rojiblancos ni siquiera podían apelar a la “Ley del Ex”. Porque “La maldición del Hombre Gris” es aún más poderosa: nunca le marcó un gol al Barça y en el Camp Nou firmó sus peores partidos como profesional. Antoine, siempre serás el que falló un penal en una final de Xempions contra el Mierdas. El desprecio azulgrana te será eterno.

Para colmo de males atléticos, los de Simeone no debieron ver el desenlace contra el Alavés. Porque igualmente volcados, encontraron la sentencia. Contraataque liderado por un inspirado Trashford que encuentra a Balde para que el lateral centre al área: falla Fallón en el control pero no falla en el remate. Seguramente porque salió como revulsivo, su sitio natural. El gol del Tiburao certificaba una gran victoria, una que apunta a ser el punto de inflexión positivo en la temporada.