Contra todo y contra todos. Así ha terminado por sentenciar la liga este Barça de Flick. Contra los que no daban un duro por el equipo allá por Agosto. Contra el Mierdas y su aparato de propaganda nazionalmadridista. COntra el poder goleador de MeFlippé al contraataque. Contra sus limitaciones defensivas. Y, sobre todo, contra un vergonzoso arbitraje que ha mantenido al Mierdas con vida toda la temporada cual respirador artificial. Si ya sucedió en la final de la Supercopa y en la final de Copa, con la liga en juego, no iban a aflojar ahora.
Arrancó el partido con todos esos ingredientes juntos. Fallo defensivo de Cubarsí, fuera de juego previo de MeFlippé no señalado, Schnkxmbcny que sale tarde y se lleva al francés por delante. El propio gabacho transformaba el penalty e insuflaba algo de vida a su equipo. No habían entrado los de Flick en el partido aún.
Un balón en largo confirmó que, al contraataque, MeFlippé es letal. Kylian se plantó solo frente a Scznjhtplmny y lo batió con pasmosa tranquilidad. Un pequeño detalle en el gol: la falta previa por pisotón de Valmierder a Lamine en el robo de balón que generó el ataque blanco no se revisó. Vaya usted a saber por qué. Apenas trece minutos de partido y ya se habían visto dos goles blancos tras dos decisiones arbitrales erróneas. Y eso que hay VAR. Imaginen lo que era esto en tiempos de Plaza. No hace falta imaginarlo: fueron 11 ligas en 13 años.
Pero a este Mierdas no le llega ya ni con ayuda arbitral. Los de Flick decidieron entrar en su particular “modo apisonadora” y ejecutar trabajo favorito: aplastar al rival y darle la vuelta al partido. La maquinaria de ataque volvió a hacer de las suyas con una movilidad, recuperación y fluidez en ataque que desbordaba una y otra vez a la endeble defensa merengue. La remontada empezó con un córner que peinó Ferrán y remachó Eric García. Ver para creer. Los dos descartes del City que en verano eran carne de traspaso o cesión, reconvertidos en jugadores válidos por arte de magia. La del Mago Flick.
Los rivales ya tiemblan cuando el Barça marca el primero. Ya están pensando en cuando les caerá el segundo. Y con este Mierdas que ni es rival, eso no tardó demasiado. Con Pedri al mando de las operaciones el balón llegó hasta el área, donde Ferrán asistía a Lamine y El Chaval con su rosca marca de la casa empataba el partido. El que no mete goles ya le ha marcado más goles al Mierdas que Messi a su edad. D10S le marcó 26. Si el Chaval no se tuerce –cierto es que lo tiene difícil con ese padre y Neymierda como referente– tiene ese record en sus botas.
El Mierdas estaba groggy. Y como no sabía qué hacer con el balón, Pedri dijo “déjamelo a mí que yo si sé qué hacer con él”. Robo del canario y fulgurante pase en profundidad para que Rabinha batiese a Courtois de tiro cruzado. Visto y no visto. Apenas un cuarto de hora había bastado para poner las cosas en su sitio. Marca Flick. Un Rabinha que pudo marcar el cuarto con una estratosférica asistencia con el exterior de Lamine –ese tipo de pase que la prensa nazionalmadridista atribuye a Modric pese a que ya lo hacía Johann cuarenta años antes– pero su remate de cabeza se fue alto por poco.
No falló a la segunda. Lupas Vazquez fue la alegoría perfecta de lo que pasaba en el campo. El pseudo-lateral, incapaz, descolocado, desbordado… mostró todas sus carencias, y las de su equipo, perdiendo un balón que Rabinha recuperaba con su voracidad habitual y tras apoyarse en Ferrán, remachaba el cuarto. Resultado injusto a todas luces visto lo visto en el terreno de juego: con justifica futbolística y arbitral se debió llegar con un seis o siete a cero.
Arrancó la segunda parte con manita interrumpida. Un gol de Lamine tras contraataque de Rabinha era anulado por fuera de juego. Parecieron aplacarse un poco los ánimos azulgrana que pasaron a contemporizar el partido, sabedores de su superioridad. Una pérdida absurda en el medio del campo servía para lanzar al Mandela Monguer que asistía a Míster Contraataque. Tiene huevos que con el marcador a favor te marquen un gol al contraataque. Pero esto es el Barça de Flick. Lo tomas o lo dejas. Eso sí, el hat-trick del francés le iba a servir tanto o menos que a Borja Iglesias hace unas semanas. O a él mismo en aquella final del Mundial que elevó a D10S más allá del Olimpo y aún escuece en el mierdismo. Especilidades Kylian: hat-tricks irrelevantes.
¿Había liga con 20 minutos por delante? Por supuesto que no. Aunque no porque Hernández y Fernández no lo intentara. Disparo de Lamine que repele Courtois y el rechace lo empala Ferrán a gol. Pero donde no llegó la mano del portero belga, llegó la de Chocomaní. Las excusas de la prensa nazionalmadridista para justificar la “mano natural” del saco de músculos sin cerebro futbolístico de 80 minolles de euros eran dignas del Club de la Comedia. ¿Mano natural? Naturalmente que era mano.
Siguió el Barça buscando sentenciar el partido. La tuvo Rabinha de nuevo, haciendo lo más difícil que era mandar una asistencia de Lamine por encima del larguero. Y gracias a la respiración artificial arbitral asistida, el Mierdas aún soltó un coletazo, cual escorpión infecto moribundo. Un tal Víctor, canterano de La-Fábrica-Que-No-Produce-Jugadores, tuvo la ocasión de su vida. La mandó a las nubes. Una de esas oportunidades que marcan carreras. De consagrarte en un Clásico a ser carne de Leganés o Alcorcón.
La manita la firmaba Fermín. El chaval se lleva un balón dividido entre él y Valmierder y tras un pequeño slalom, batía a Courtois de derechazo cruzado. Era el fin de fiesta perfecto que confirmaba la superioridad azulgrana por aplastamiento. Pero Hernández y Fernández acudió nuevamente raudo y veloz al rescate. De no ver una “mano natural” como un piano, a “Yo aún diría más: esto ha sido una auténtica manaza con premeditación y alevosía” tras ver el rechace propio del juego en la mano de Fermín. Como dijeron en la sala VOR: Menos mal que hemos evitado la manita. Lo que no pudieron evitar es que la liga la gane el mejor: el Barça de Flick.