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Yoyalodije

¡Qué duro es ser del Barça!

Hola companys,

‘Qué duro es ser del Barça!’ es una de las lamentaciones que he podido oir estas semanas en las que han coincidido dolorosos fracasos de los nuestros en fútbol y baloncesto con sonados triunfos de nuestro enemigo. Y yo pensaba “y cuándo no lo fue?” Bueno, no siempre claro. Ha habido épocas y épocas y la gloria y el dolor han ido por barrios.

Ahora me permitirán que les cuente una anécdota de abuelo cebolleta, todo sea con el ánimo de desdramatizar y relativizar.

Pues verán que poco más o menos sobre esta misma hora, pero hoy hace exactamente 30 años, es decir, un lunes 16 de mayo de 1994, me encontraba desayunando mi flauta de fuet y una coca-cola con unos compañeros de clase de COU, en la granja a la que acudíamos siempre. Era un lunes de gloria como nunca habíamos vivido a nuestros 17/18 años. Hacía dos días que el Barça había ganado la cuarta liga consecutiva y estábamos a dos días de la final de la Copa de Europa (así le llamaba todo el mundo, aún entonces), donde los nuestros eran favoritos ante un Milan con bajas muy sensibles. Entonces uno de los que estaba en la mesa, con una sonrisa de lado a lado, suelta:

“us imagineu ara ser del Madrid?”

Efectivamente la sensación reinante era esa. Qué suerte ser del Barça y que putadón ser del Madrid. Reinaba un clima de éxtasis, de superioridad, de hegemonía, de gloria, de euforia, como no se había vivido, me atrevería a decir, ni con Wembley y el primer Tenerife. Aquellos cuatro días que transcurrieron de la noche de aquel sábado hasta la fatídica final de Atenas, el barcelonismo los pasó en una nube de ensueño como no volveríamos a vivir hasta doce años después.

Nos veíamos a un paso de igualar la cinco seguidas de la Quinta del Buitre, pero con la diferencia de que estábamos a dos días de jugar y seguramente (creíamos) ganar, la segunda final de Copa de Europa en tres temporadas, cuando la Quinta en cinco años no olió una sola final y además fue eliminado deshonrosamente tres veces. En una época en la que las remontadas, los milagros y el adn ganador vestían de blaugrana. Remontándole al Madrit 8 puntos (12 con puntuación actual) en el 92, 6 puntos al Depor en el 94, remontándole al Sevilla de Suker y Simeone que se había puesto 0-1 y 1-2, y no fallando en ni una sola de aquellas tres últimas jornadas en las que siempre al rival le fallaron las piernas (y en las que siempre, por cierto, marcó Stoichkov)

Sí, estábamos en lo más alto de nuestra gran época, éramos el equipo del momento. Ni se nos podía pasar por la cabeza que aquel conjunto tenía importantes carencias y que estaba al final de un ciclo glorioso. Tres días después llegó el duro despertar del sueño, la violenta caída de la nube.De un equipo en su zénit que iba a asaltar el Olimpo, al abrupto final de un cuadro legendario que descendía a los infiernos.

Y de todos modos, aquel equipo es eterno y tiene un lugar imprescindible en la vida de millones de culers.

30 años después, no sé lo que habrá sido de mis antiguos compañeros de desayuno de aquel día. Espero que la vida les haya sonreído a todos y espero que como culers, hayan disfrutado lo que yo he disfrutado de estos últimos 30 años. Con sus Gaspart y Bartomeu, con sus Rexach y Serra Ferrer, con todos los duros momentos. Es un pago que acepto por todo lo demás que hemos vivido.

Y no, no me imagino ser del Madrit.

Visca el Barça