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Crónica

Tan cerca, tan lejos

El cuarto gol del PSG fue la alegoría de como cuando las cosas pueden ir mal, irán peor: tras una gran doble parada de Ter Stegen que mantenía con vida a su equipo, el despeje de Koundé rebotaba en el culo de Fermin y el balón suelto le caía a los pies al mejor jugador rival quien, ahora sí, sentenciaba el partido y la eliminatoria.

Y eso que todo se la había puesto de cara al Barça: a la victoria de la ida se le sumó rápidamente un nuevo gol de ventaja cuando Nadinhabsolutinha marcaba en su primer remate –ya empezaba a oler a noche con sucesos raros– tras excepcional jugada de Lamine El Chaval, que con un cambio de ritmo había sentado a Nuno Mendes.

Dominaban los visitantes, acuciados por el resultado, pero las ocasiones seguían siendo azulgranas. Un disparo a las nubes de Lewandowsky, que pudo suponer el 2-0, fue el principio del fin. Porque a partir de ese momento todo fueron malas noticias. Una tras otra. Se sabe que un partido de fútbol puede cambiar en apenas un minuto: un gol en propia puerta, un penalty absurdo, una expulsión inesperada, una lesión de un hombre clave…. Y cambió. Una laguna defensiva culé culminó con un agarrón-faltita de Araujo a Roncola que el árbitro resolvió con expulsión del uruguayo. Ser grande en Europa también era esto: que en caso de duda las decisiones te caigan a favor. Y hace tiempo que al Barça el dado de las jugadas dudosas le sale siempre en contra.

Se quedó el Barça con 10 pero daba la sensación que se había quedado con 8. El equipo se empequeñeció en la misma medida que se agigantó el PSG. El monólogo francés empezó a tomar forma de remontada con el primer gol del anárquico DembeLerdo. Si no quieres té, dos tazas: de los tres míseros goles que ha marcado Ousmane en la temporada, dos han sido a su ex equipo. Ni cotizaba que pasaría.

El descanso no resolvió las dudas de los azulgrana, incapaces de salir de su área ante la avalancha parisina que salió con las ideas muy claras. No era cuestión de saber si el equipo aguantaría sino por cuanto tiempo. Apenas fueron diez minutos. Sacar un córner en corto –por algo se llaman gilicorners– nunca funciona. Hasta hoy. Porque todo iba a peor y hoy sí le salió bien a los de Luis Enrique. El balón llegó a Vitinga con mucho, demasiado espacio para disparar desde fuera del área y empatar la eliminatoria.

Reaccionó ligeramente el Barça y Gundogan estuvo a punto de empatar nada más sacar de centro. Al palo y fuera. Todo mal. El martillo francés siguió acechando y golpeando. Joao Cancelo vio tan cerca a DembeLerdo que tal vez se contagió de la estupidez congénita –futbolisticamente hablando- del francés y cometió un penalty tan claro como evitable. Fue su firma de no renovación, por si alguno tenía dudas. MeFlipé empezó a enderezar su mustia eliminatoria con un lanzamiento impecable.

Con la eliminatoria remontada y un Barça casi en la lona, el PSG bajó una marcha. Incluso dos. Y pudo pagarlo caro. El Barça sacó el orgullo que le quedaba y dispuso de ocasiones para igualar el partido. Pero pagó su falta de calidad diferencial. Ni Lewandoski con su viejazo, ni Nadinhabsolutinha que ya había gastado toda su pólvora aprovecharon sus oportunidades. Tampoco el árbitro la suya para ver una zancadilla a Gundogan dentro del área. De nuevo, las consecuencias de ser pequeño en Europa.

Tras casi una hora con un jugador menos, los de Xavi llegaban hasta casi el minuto 90 con opciones. Eso fue lo único rescatable. Pero fue remar para morir en la orilla. Sin que los visitantes hubieran vuelto a chutar a puerta desde el 1-3, un contraataque con un Barça volcado fue la puñalada definitiva. MeFlipé maquillaba su partido con un doblete que volvía a reavivar los fantasmas europeos azulgrana. Se estuvo más cerca que otros años pero el sueño europeo aún queda lejos.