El Barça se ha gastado 153 millones de euros para traer a Koundé, Lewandowski y Raphinha. Pero la (triste) realidad es que saltaba a Old Trafford echando en falta a dos chavales de 20 y 18 años. Sin ellos, Xavi planteaba el partido que necesitaba su equipo. O, más bien, el único que podía plantear. Con un centro del campo rocoso y por momentos patapalesco que, especialmente en la primera parte, dio la cara. Solidaridad con y sin balón, buenos repliegues, con el equipo cubriéndose tras cada pérdida… Incluso con Frenkie de Jong llevando el peso. Con Koundé secando a Rashford. Y con Baldé exhibiendo juventud y pulmones para que algún magnate de la Premier le ofreciera al final del partido un cheque en blanco seguido de un “pon la cifra”.
Suya fue la acción que desencadenó el ligero agarrón de Bruno Fernández que el árbitro consideró como penaltito/penalti-tonto. Lo transformó Lewandoski, con una de las peores ejecuciones que se recuerda en un campo de fútbol. El polaco vino mal del mundial y sigue peor. Desde ese momento, y ante un nervioso y deslavazado United, apostó el Barça por una especie de futbol control que se traducía en que no pasaba nada en ninguna de las áreas. En una porque el Manchester no sabía cómo. Y en la otra porque el Barça no tenía con qué. Poco antes del descanso llegó la jugada que pudo definir el partido y la eliminatoria. Se esperaba el regalo habitual de De Gea en las grandes ocasiones y David no falló. Siempre puntual a su cita, rifó el balón en la frontal del área. Pero sabido es que la magia negra se contrarresta con más magia negra: el balón fue a parar a Sergi Tormento que ni siquiera fue capaz de chutar a puerta.
Desperdiciado el “comodín De Gea” era esperable que el United saliera en tromba en la segunda parte. Y así fue. No tardó ni 2 minutos en tener la primera. Y la aprovechó con el disparo con la tibia de Fred. Como también era presumible el bajón físico de Busquets, incapaz de pasar de la hora de juego en un partido de esta exigencia. Por si fuera poco, Ten Hag tenía mucho más fondo de armario y con Antony por una banda y Garnacho por la otra, el United empezó a apabullar físicamente hasta que el primero dio la puntilla con un buen remate a la base del palo.
Quedaban aún 20 minutos de partido para recordar que el Barça no tenía con qué empatar: un nuevo ejemplo de impotencia potenciado con las entradas del jesiano Ansu y el irregular Ferrán. Ni siquiera se llegó a poner en apuros a De Gea. Ni un triste córner al final para ver la melena de Ter Stegen subiendo a rematar. Otro examen suspenso. Ya es evidente que Europa aún le queda grande a este Barça en construcción: de los 7 goles encajados y 17 porterías a cero en las 22 jornadas de Liga a los 16 goles en 8 partidos europeos. Dos de media.
Y son 4 eliminaciones europeas en 16 meses para Xavi, que ya ha pasado a la historia, no solo del Barça sino del futbol con un record que será difícil que alguien iguale. Decir que se ha tocado fondo en Europa, visto el último lustro culé, no tiene sentido. Sería deseable que la UEFA “castigue” al club sin jugar competiciones europeas unos años por lo de Negreira. Quizá le hacen un favor: a su regreso,puede que se haya ido definitivamente el olor a vaca sagrada.