destrempante
- adj. perteneciente o relativo a la sensación producida en la culerada cuando el sustituto de Pedri es Sergi Tormento.
Porque corría el minuto 40 de partido y desde ese momento el Barça jugó con 10. Eso sí, hizo honor a la leyenda de quien fuera su entrenador y jugó mejor con 10 que con 11. Porque hasta ese momento el Manchester había demostrado que el Barça aún no está para cotas de excelencia futbolística.
Y es que tal vez Xavi decidió abstraerse del glamour del rival y era más consciente que el resto de gente mortal de que “tan solo eran los dieciseisavos de final de la Europa League”, es decir, un mundo hasta ver de cerca la final en el Puskás Aréna de Budapest. Pero el ataque de entrenador le puso las cosas fáciles a los visitantes: la defensa, acaso la mejor línea del equipo en lo que va de temporada, fue trastocada por completo.
Y apenas 20 segundos fue lo que tardaron los ingleses en descubrirle las vergüenzas a un Jordi Alba, al que ya no le da para jugar en Europa desde hace al menos un lustro. Lo vieron claro los de Ten Hag e impusieron un ritmo de partido británico, con mucha presión, idas y vueltas, y donde quedaba clara la importancia de tener delanteros rápidos y desequilibrantes. Y el Barça necesita al mejor Lewandowski y al mejor Raphinha para, entre los dos, sumar ambas cosas.
Incapaz de imponer su juego, al menos el Barça no le perdía la cara al partido: un ligero avance respecto a otras temporadas en Europa. En gran parte gracias a las paradas de Ter Stegen que mantuvo el 0 a 0 al descanso. Descanso al que se llegó, casi pidiendo la hora, tras ver romperse nuevamente a Pedri. Se podría hablar de mala suerte pero cuando apuestas por un esquema con 4 centrocampistas y apenas tienes a 4 en plantilla realmente válidos para jugar 60 partidos, las cuentas no salen. Salvo que seas Superman. Y, concretamente, el de Tegueste es el menos supermanesco de todos.
Al poco de empezar la segunda parte, un halo de esperanza iluminó el cielo del Camp Nou. Marcos Alonso homenajeó a su padre de la mejor manera posible rematando como él habría hecho: de cabeza y al fondo de las mallas. La esperada colaboración de De Gea se había hecho esperar pero llegó cuando más falta hacía. Gracias David, siempre confiamos en ti.
Pero hablábamos de la importancia de tener delanteros rápidos y desequilibrantes. Y el Manchester tiene uno que, al menos este año –los anteriores no pasaba de ser un DembeLOL de la vida– lo está siendo: es Marcus Rashford. Sin duda el hombre del partido. Sembró amenazas durante la primera parte y las cumplió todas en la segunda.Apenas había pasado un minuto desde el gol local, cuando aprovechó que Jordi Alba le dejó su banda abierta para colarse hasta la línea de fondo. No contento con ello, destapó la versión calva de Ter Stegen: porque es de primero de porteros que no te pueden meter el gol en tu palo.
Cinco minutos después, el propio Rashford desequilibraba por la banda –la de Alba, ni siquiera hacía falta hacer spoiler– y Koundé se sumaba a la tupida delantera mancuniana para hacer el 1-2. El francés está rindiendo bien en su primera temporada pero a base de goles en propia puerta se le puede empezar a poner cara de Ricardo Rocha. Y aquello no acabó bien. Todo eran malas noticias en clave azulgrana, incluida la tarjeta amarilla a Gavi que le impedirá jugar la vuelta. ¿En Old Trafford con Busquets, Alba y Sergi Tormento titulares? ¿Qué podría salir mal? Un plan sin fisuras.
Con el 1-3 mucho más cerca que el empate, el Barça no podía apelar al fútbol –no le daba–ni al balón parado–en breve se van a cumplir dos años de su último gol de falta directa–y no tuvo más remedio que apelar a la épica. Entró en el toma y daca y salió vivo. Definitivamente es un año de cambios: se ganan muchos partidos por 1-0, se amarran resultados a lo Maguregui, se abandona el 4-3-3 y hasta se dan exhibiciones de amor propio con 10 jugadores. Porque corría el minuto 70 y sí, Sergi Tormento seguía en el campo. Encabezados por un Raphinha que, a falta de calidad, le pone ganas. A un centro chut suyo, Robert –el gol llama a su puerta– llamó y De Gea, siempre servicial, le abrió la suya. Con el empate, apretaron aún más el corazón los locales y cerca estuvieron de llevarse, al menos, la victoria parcial. Pero debió conformarse con una doble sensación al finalizar el partido: que el resultado pudo ser peor… pero también pudo ser mejor. Porque en plena semana de filtraciones arbitrales, no podía faltar la polémica: manos como la de Fred no entraban en el sueldo de Enríquez Negreira.