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Crónica

Sin amor propio

Empezaba el Barça el partido con un gol de ventaja. Y no en sentido figurado sino literal. Porque apenas pasaba un minuto del comienzo del encuentro y Pedri ya remataba a gol un medido centro de Jordi Alba. Tras las buenas sensaciones de la semana pasada ante el Atlético y con ventaja en el marcador, todo parecía ponerse de cara para el Barça. Pero no. El placer no parece existir en esta temporada azulgrana.

Porque automáticamente el equipo se dedicó a sestear. A dejar pasar el tiempo. A tratar de imponer un ritmo de juego que no dejase en evidencia al Trío Calaveras que —oh sorpresa— volvieron a ser titulares. Las Trillizas y ocho más. Este parece ser el nuevo libro de estilo barcelonista. Apenas el Lou Ferrigno de Hospitalet inquietaba una y otra vez por su banda pero sin generar claras ocasiones. Y sin presión y sin futbol, el partido comenzaba a embarrarse. Y a recordar demasiado al del debut de Xavi, con muchos minutos dignos del peor Q-Manismo. Y cuando te dejas llevar así, cualquier jugada aparentemente inocente te trastoca todo. Como el gol de Sergi Darder. Golazo. Aunque con mucho tiempo para recibir, pensar y colocarla. Cortesía de los centrales, donde Piqué siempre es el último en salir y el primero en dar palmadas y animar tras el gol. Mínimo esfuerzo para seguir cayendo bien.

La segunda parte comenzó con otra constante de esta temporada: una lesión. Las otras dos son la ausencia de fútbol y un gol encajado en el primer disparo rival. Las molestias de Araujo conllevaron la entrada de Eric García. Aún es joven pero uno sigue intentando ver cuáles son las virtudes del chaval, más allá de venir del City y que Luis Enrique confiase en él para la Selección. Casi la misma reflexión sirve para un Ferrán Torres que, aparte del gol en San Mamés, apenas ha aportado nada. Ni goles. Ni fútbol. Y son casi 60 millones de euros. Precio de semi-crack. Le quedan tres partidos más para que empiece la música de viento.

A todo esto, una jugada embarullada que terminó en gol de Gavi pudo cambiar el rumbo del partido. Pero el fuera de juego previo de DecepJong —otro fatídico partido el suyo— obligó al VAR a anularlo. A renglón seguido, Eric García confirmó sus temidas carencias y habilitó a Raúl de Tomás para que el Gran Gatsby perico fusilase a Ter Stegen. La caja de milagros del alemán hace tiempo que está vacía.

La reacción de Xavi ante ese gol fue el momento clave de la noche. Sus cambios colmaron la paciencia de cualquier culé. No fue solo la sustitución de Gavi por Nico, lo que permitía que Busquets volviese a arrastrarse nuevamente hasta el minuto 90. Fue también el verle hablar con Piqué, papeles en mano, como si ambos fueran los mariscales con mando en plaza. Que lo son. Y que Xavi acepta hundirse con ellos de la mano.

Pero la gota que colmó el vaso fue la indigna salida de DembeLOL. No hay futbol. No hay ideas. No hay carácter. Ahora ya no hay ni amor propio como club. En plena víspera de San Valentín. Cual amante despechado, y como acto de rebeldía, no quedó más remedio que dejar de ver el partido y cambiar de canal. Juegos Olímpicos de Pekín en Teledeporte. Buen plan. La que se avecina en Factoría de Ficción. Mejor ver risas enlatadas que cabrearse viendo deambular por el campo a quien se ha reído del club durante cinco años. Media hora después, el teletexto informaba de dos buenas noticias: que el De Jong bueno (al final resultó ser Luuk) empató en el descuento de gran cabezazo y que Piqué fue expulsado. Parece ser la única manera de que Las Trillizas no sean titulares nuevamente en Valencia. No canten victoria: el club piensa recurrirla.