Un equipo falto de piernas y escaso de creatividad. Para darle la puntilla, al Pasiego, tal vez se le olvidó que su equipo había jugado el martes pasado.
Barça y Sevilla dejaron todo para los últimos cinco minutos, cuando una clara ocasión de Luis Suárez fue contrarrestada por otra de Reguilón. Hasta llegar a eso, 85 minutos de tanteo sólo sobresaltados por un derechazo de Ocampos que Ter Stegen detuvo haciendo un Van Damme.
Porque al Barça, con un once titular al que tal vez sería necesario hacer doble control de Covid por ser casi población de riesgo —siete titulares por encima de los 30 años—, la gasolina apenas le duró los primeros 20 minutos, con un dominio más cercano a la alucinación que a la realidad. En cuanto el Sevilla dio un pequeño paso adelante, los azulgrana volvieron a ser ese equipo argentinizado, sin creatividad, en el que Messi se ve obligado a bajar continuamente al centro del campo. Todos sus compañeros lo buscan para, acto seguido, quedarse mirando al astro rosarino. Con centrocampistas que no rompen ni una línea. Con extremos (si los hubiera) que no saben lo que es un uno contra uno.
El paso de los minutos no hacía sino ahondar en el diagnóstico: un equipo falto de piernas y escaso de creatividad. Para darle la puntilla, al Pasiego, tal vez se le olvidó que su equipo había jugado el martes pasado. O que jugará el martes próximo. O que podía hacer cinco cambios, como ya había hecho el Sevilla. Quizá se los guardaba para la prórroga. Porque transcurridos 70, tan sólo Arthur había entrado como sustituto de un Barry White hoy desbordado por su titularidad. Pudo suceder también que Setién dudara en hacer más cambios al ver que la entrada del brasileño no había mejorado en nada a su equipo. Algunos pensarán que 30 minutos no son demasiados para cambiar el rumbo de un partido cerrado. Si es así, piensen si con esto de los cinco cambios, no se podría recuperar a Xavi y/o a Iniesta. Y si un cuarto de hora de cualquiera de ellos no sería suficiente. Acaso sea la hora de empezar a decir que Arthur riquelmea peligrosamente.
La entrada final de El Hombre Gris fue una auténtica faena para el francés, que estaba completando sus mejores 75 minutos como azulgrana: no había perdido ni un solo balón y no había caído en ningún fuera de juego absurdo. Cierto es que no había estado jugando pero apenas se notó la diferencia en su influencia en el juego respecto a anteriores partidos. Y lo tenía fácil. Desde luego más fácil que justificar el infame partido de Luis Suárez. Viendo a Ansu Fati en el banquillo, que apenas jugó 55 minutos y fue el mejor contra el Leganés, uno se pregunta: ¿Qué le hace pensar a un entrenador de élite que un chico de 17 años no va a aguantar jugando a tope 80 minutos en un intervalo de tres días pero uno de 33, que reaparece tras 5 meses de lesión y al que cada año le cuesta más ponerse en forma, sí podrá hacerlo durante 120?
El 0-0 final, más que una vuelta al Valverdismo, fue una retrospectiva en toda regla del Tatismo. Lo del viaje y las alforjas se queda corto para explicarlo. Y si el Tata es el único entrenador azulgrana de los últimos tres lustros que se fue sin ganar ningún título, Setién va camino de igualarlo. ¿Se puede repescar a Valverde? Total, el sueldo ya lo ha cobrado.