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Crónica

Kasparov vs Deep Blue: tablas

Dembelé empató en el último minuto un partido táctico que el Atlético tenía en su mano.

Ver el recientemente estrenado documental Take the ball, pass the ballantes de este Atlético vs Barça debe ser lo más parecido a hacer un oximorón futbolístico, pero válido a su vez para verificar como año tras año se desintegra el otrora “modelo futbolístico” de la camiseta azulgrana.

En la cita nocturna del Metropolitano, volvió la versión clementista del equipo, con un 4-4-2 como una catedral, tal vez reminiscencias de la etapa en San Mamés de su entrenador. Si Guardiola tenía en Mascherano y Keita a las “ninetas del seus ulls”, Don Honesto tiene en Arturo Vidal (y anteriormente a Paulinho) a su “niña mimada” para el sistema táctico con el que parece sentirse más cómodo. Salir con el chileno de titular parecía una llamada al armisticio desde el minuto 1 contra un Atlético en modo cholista al 100%. Y la consecuencia no podía ser otra que un partido de masticar arena. Eso que los sesudos analistas llaman “partido táctico” pero que el espectador de a pie llama simple y llanamente “infumable”. Que no hubiese ningún tiro entre los tres palos entre ambos equipos en la primera parte fue la consecuencia directa de convertir el fútbol en una partida de ajedrez.

Y si decides jugar al ajedrez contra un maestro táctico lo más probable es que pierdas la partida. Más aún cuando el Cholo planteó la llamada defensa siciliana en su variante del dragón. Para los neófitos del ajedrez, esa variante en términos futbolísticos equivale a un catenaccio italiano en defensa junto a un animal adelante que ataque con garras, colmillos, pateando, azotando con las alas y con golpes de cola. Es decir, con Diego Costa. Su gol a diez minutos del final parecía dar la razón al Kasparov del fútbol. Solo la aparición de Deep Blue cambió el final de la partida y devolvió las tablas: desde que volvió de su lesión, Messi aún no ha recuperado su habitual inspiración divina aunque pese a ser uno de sus partidos más flojos, hizo más en un solo gesto que todos los demás en todo el partido: su diagonal cual alfil de la vida, sirvió para que el “repudiado” Dembelé marcase y se ganase una vida extra. Ningún jugador ha dado más puntos con sus goles que él esta temporada. Y ya van siete.

Lo único salvable para el aficionado culé es el buen marcador en el campo más difícil de la Liga (el Bernabeú últimamente se ha convertido en un Mini Estadi).Pero el juego sigue el mismo viaje a ninguna parte. Probablemente se gane la Liga otra vez, pero el poso futbolístico que deje este equipo no será mayor que el de Bobby Robson o el Tata Martino. Sin embargo, al César lo que es del César: igualar al Cholo Simeone en aburrimiento futbolístico y en plantear partidos con cero riesgo buscando el gol salvador que te dé los tres puntos, tiene su mérito. Un aplauso para Valverde.