El 18 de diciembre de 2011, el Barça alcanzó el cénit de su filosofía en la final del mundial de clubes ante el Santos. Nueve canteranos en su once inicial, cinco mediocampistas y Messi participando también activamente en la elaboración.
Hoy hemos salido con solamente cuatro futbolistas de la casa, un medio jugando de lateral, un jugador que lleva años siendo central, de pivote, un señor que es una puta LEYENDA de esto pero que probablemente haya jugado sus cien mejores partidos y Rakitic… cada uno a su bola y (creo) sin tener muy claro a estas alturas qué tenían que hacer, exactamente. Y luego, claro, tres tipos arriba buscándose la vida, totalmente desconectados y a un nivel a años luz de su máximo.
Vale que en fútbol cinco años largos son muchísimo tiempo… pero quien no quiera ver la involución y deterioro del club, el equipo y la entidad (como entorno, aficionados, medios, etc) en este tiempo, creo que está muy ciego.
Ahora cabe agarrarse a otro milagro, lo cual ya es mucho agarrarse. Y si sale cruz, a pensar en el año que viene. Situación jodidísima por lo que hay que elegir; entrenador que ‘exprima’ los últimos años de una plantilla saturada, descompensadísima y en clara dinámica negativa, o mister ‘de peso’ que lleve a cabo una pequeña revolución y reinstaure un método atractivo y ganador. Mi corazón me pide lo segundo, pero no sé por qué mi cabeza me pide lo primero. Por fortuna, no tengo que tomar la decisión yo. Por desgracia, la tomarán Bartolo y sus flautistas…