No, a pesar del título del post y de que nuestros jugadores salieron dormidos, no nos quejaremos del horario, otros días hemos ganado sobradamente jugando al mediodía. Hoy toca quejarse de un gol en propia puerta no concedido y que, seguramente, nos hubiese dado la victoria.
Este gol, esconderá el nefasto planteamiento inicial, que no nos llevásemos ni un balón dividido, que no creásemos , casi, ni una jugada clara en ataque, que estuviésemos a merced del Betis durante 75 minutos.
Salió el Barça – obligado también por las bajas de Iniesta y Busquets – con una extraña alineación en la que sorprendían Mathieu y Digne y, otra vez, Turan como interior.
Victor Sánchez del Amo, el entrenador del Betis, no sorprendió a nadie. Con una defensa de 5 y una fuerte presión, fue empequeñeciendo a un Barça que parecía bien posicionado en los primeros minutos de partido- Pero, fue un espejismo – ¿quizá por el sol que caía en Sevilla?- el Betis tardó muy poco en tomar el dominio del partido. Pérdidas continuas de Rakitic, Denis, Aleix, Digne y un Messi perdido en una maraña en el centro del campo, dejaban la poca profundidad a pies de Turan y de un Neymar que lo intentaba todo pero, sea porque tenía pocos compañeros desmarcados o porque no escogía la mejor opción, todas acababan a pies de los defensores sevillanos.
No se veían jugadas de peligro por ningún bando, aunque los locales, con Piccini, Ceballos, etc,llegaban con mucha más facilidad. Las únicas ocasiones claras fueron un buen chut que mandó a corner Ter Stegen y un buen desmarque de Neymar, que solo ante el portero, mandó al cuerpo de Adán.
Piqué , mal ayudado por sus compañeros de línea, se ganó una merecida amarilla, al frenar un peligroso desmarque.
En los últimos minutos, parecía despertar el Barça y todos nos aferrábamos al eterno discurso de que los contrarios se cansarán y machacaremos tras el descanso – como en Villarreal y tantos otros días- pero, fue otro espejismo.
En el segundo tiempo, salió el Betis a por el partido y nosotros, todavía en la cama porque es domingo por la mañana, seguíamos perdiendo balones otorgando la posesión del balón a los locales que iban ganando profundidad hasta que nos metieron el miedo en el cuerpo con dos chuts peligrosísimos, uno al travesaño y otro al palo de Rubén Castro.
Se mascaba la tragedia y, en esta segunda parte, no aparecía ni Neymar. Luis Enrique solo había cambiado a Andre Gomes – lo situó de mediocentro- por Denis Suárez y, con esto, adelantó a Rakitic.
Pero, no sirvió de nada, el Betis siguió atacando y, cuando menos nos convenía, cuando ya quedaba poco tiempo y empezábamos a ponernos nerviosos en el sofá, llegó el gol verdiblanco, en el minuto 75.
Solo nos quedaban quince minutos para remontar, incluso el empate – que no merecíamos – era un mal resultado.
Y, el Barça – por verse con el agua al cuello o por replegarse el Betis- empezó a achuchar la portería de Adán.
Incluso desde el banquillo, a la desesperada, se hicieron los cambios de los 2 laterales titulares, S.Roberto y Alba, por Digne – su partido ha sido una broma- y Turan, dejando a Aleix Vidal en punta por la banda derecha.
En estos minutos pasaron muchísimas cosas, la más importante fue un clamor a favor del videoarbitraje con un gol fantasma en propia puerta del Betis – había entrado un metro y ni árbitro ni asistente lo vieron ( ¿sol y sombra?)- . Era el empate a falta de 10 minutos. Posteriormente hubo una jugada similar, pero en este caso no cruzó la línea.
Con el Barça volcado al ataque, un jugador local se quedó solo ante Ter Stegen – paradón del portero, que hizo un buen partido- y, finalmente, en el minuto 89, la única conexión del match entre Messi y Luis Suárez acabó con el empate del uruguayo.
Con solo 3 minutos de añadido ( con muchos cambios y dos atenciones médicas a Ter Stegen) no hubo tiempo para más.
Ahora, seguimos pendientes de los tropiezos del Real Madrid ( y Sevilla) y molestos como el día del Estadio de la Cerámica.
Que el gravísimo error de Hernández Hernández no nos distraiga de las rectificaciones que hay que hacer ante el nefasto juego ofrecido en el Benito Villamarin iluminados por un sol de injusticia.