Categories
Crónica

Otra prueba superada: Barça 2 – 1 Sevilla

Complicadísimo partido el que planteó anoche el Sevilla en el Camp Nou. Equipazo el que ha montado Emery en Nervión, y rival a respetar muchísimo cara a una final de Copa que pinta más a batalla épica como las disputadas ante el Madrid en Mestalla, que los tres paseos en barca que se dieron ante el Athletic. Esperemos que el resultado sea distinto, esta vez.

El partido empezó con un intercambio de golpes en el que cada equipo parecía cumplir con su papel: el Barça con control de balón (aunque menos que otras veces debido a las dificultades sufridas por Arda y Roberto) y el Sevilla con arrancadas fulminantes. Así llegaron las primeras ocasiones, con un disparo de Vitolo, un remate de Suárez bien despejado por Rico, un doble palo de Messi y el charrúa tras un córner, y una buena jugada de Ney por banda. Sin embargo, fueron los sevillistas los que se adelantaron en el marcador: en un saque de banda, Tremoulinas desborda a un superadísimo Aleix, y su centro lo aprovecha Vitolo. 0 a 1 y otra vez (sexta en esta temporada, al parecer), a remontar en casa. El Barça pareció encajar mal el golpe y un par de errores pudieron costar otro disgusto, pero afortunadamente siempre anduvo por ahí Piqué apagando fuegos. Enorme el nivel al que está el 3 blaugrana. Cuando el nerviosismo parecía empezar a instalarse en el estadio (más en la grada que en el campo, desde luego), especialmente tras un posible penalti de Tremoulinas a Messi que se fue al limbo, llegó la jugada de la noche. Suárez es derribado en la frontal. Falta escorada a la izquierda, antinatural para que un lanzador zurdo la lance. Messi se acerca a la bola… y la golpea al palo del portero, engañándole como si de un penalti se tratara. Golazo y empate. El intercambio de golpes siguió hasta el descanso, con los sevillistas forzando muchos errores de los blaugrana con su buena presión, y con Messi a lo suyo, generando ocasiones que una y otra vez desbarataba Rico. Así que con el 1 a 1 se llegó al descanso.

Como bastantes otras veces en el curso, el Barça pareció arrancar la segunda mitad con otro brío. Una llegada de Roberto a línea de fondo acabó en un gran centro del chaval, que Neymar remató de volea y sacó una vez más Sergio Rico a córner. Tras sacarse este desde el lado izquierdo, en segunda jugada, una gran combinación en la parte derecha entre Leo y Suárez acabó con un centro de este, que Piqué se encargó de enviar a gol con un toque sutil. La guinda a un partidazo del bueno de Gerard y un caramelo para el equipo, que pudo jugar con mayor tranquilidad con el resultado a favor. No tardó mucho Luis Enrique en mover el banquillo; algo sorprendente en un técnico poco dado a ello, pero acertado debido al bajo rendimiento de algunas piezas. Primero, Alves sustituyó a Vidal y pocos minutos después, Iniesta salió por Arda. El Sevilla seguía generando peligro, tanto en jugada como a balón parado, y la entrada de Andrés sirvió para ganar un poco más de control. Después de otro penalti al limbo (empujón descarado de Rami a Ney), de una surrealista tarjeta a Alves, y de una pifia de Suárez cuando estaba solo delante de meta, llegó el tercer cambio culé: Rakitic entró por Roberto, y si bien el cambio no sirvió para ganar pausa ni defender a través de la posesión (aunque tampoco queda claro si era lo que se buscaba, viendo el proceder de los tres de arriba), al menos el croata sí que aportó mucho en la defensa de corners y faltas laterales. El Barça se dedicó en los últimos minutos a ceder el control a los sevillistas e intentar picar a la contra. Messi la tuvo en un disparo cruzado que Lucho no pudo aprovechar en el segundo palo, y un par de arrancadas más acabaron en nada por la mala elección o la precipitación blaugrana. Tampoco el Sevilla pudo poner las tablas en el marcador, pese a tener alguna oportunidad para ello (especialmente N’Zonzi en un remate forzado en el área). En los minutos finales y a iniciativa de Messi, el Barça por fin pareció ponerle cloroformo al partido, tocando y guardando la posesión, y salvo alguna angustia final a balón parado, se llegó a la orilla sin mayores sufrimientos.

Paso casi definitivo del Barça hacia el título, ya que si bien no ha aumentado su ventaja con su más inmediato perseguidor, sí que lo ha hecho respecto al más peligroso (ya que aquí no sólo hay que tener en cuenta el factor deportivo), y además salvando uno de los ‘match balls’ más complicados que quedaban en liga. Y sobre todo, lo más importante es esa sensación de que este equipo podrá jugar mejor o peor, o divertir más o menos si se prefiere; pero los recursos que tiene para sacar adelante los partidos, sobreponiéndose a casi cualquier circunstancia y tirando de recursos casi infinitos, es algo poquísimas veces visto. Y no sólo en el fútbol, sino en casi cualquier deporte colectivo.

Enorme.