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Crónica

Dulce siesta

No me acabo de acostumbrar a estos horarios. Ayer, en plena siesta de sábado irrumpió el partido del Barça y me costó entrar en él. Bueno, y creo que a los jugadores y al público también. Un partido el de ayer de los que, en tiempos no demasiado lejanos, nos hubiera costado un mundo ganar pero la confianza es tan grande en el equipo que, cuando al inicio vi a los hijos de Piqué con la camiseta pensé que iban a salir ellos a jugar. Pero no, salieron sus papás, y cumplieron el trámite de sobras.

Y es que el Barça está a tan gran nivel que casi marca los goles sin querer con un Neymar que, probablemente, habrá hecho dudar a quien todavía no haya votado al mejor jugador del año. Porque el dominio de situación de Neymar en este momento, junto con la agresividad de Suárez y la estabilidad que dan Busi e Iniesta al equipo son los cuatro pilares del Barça de este maravilloso noviembre que se permite el lujo de tener al esperado Messi como una guinda en el maravilloso pastel, pero sin esa dependencia que se tenía apenas hace dos meses.

El resultado es que el equipo de Lucho, en este momento, apabulla a los rivales  de tal modo que, ni tan siquiera tienen opciones ante la insultante superioridad del rival. Da igual que sea la Real, la Roma o el prepotente Madrid. Lejos están aquellos tiempos en los que en todos los partidos teníamos que remontar un gol en contra.

Lo de ayer se resolvió por las bandas, como se hubiera podido hacer por el centro, esta vez con dos buenos pases del renacido Alves que aprovechó primero Neymar con una llegada y un latigazo de nueve y después, el incansable Suárez con un remate acrobático que levantó a los adormilados espectadores del asiento. Qué bueno es este tío y qué tarde ha venido.

En el intermedio, el grosso e inolvidable Hansi Krankl , héroe de la lejana Basilea, anunció en el Plus dos goles más. Los jugadores no le podían fallar…

Así, para contentar al ariete austriaco, el Barça, de nuevo, con una jugada del lateral, esta vez del inefable Mathieu a pase previo de Iniesta, que resolvió Neymar para engrosar de una manera impactante su cuenta goleadora que le hace liderar la tabla con catorce chicharros.

Después, con el resultado en franquía(?) vino la fase tonta del partido en la que todos queríamos que marcara un incómodo Messi, más acostumbrado a dar que a recibir, y que, tras varios intentos fallidos, acabó marcándolo gracias a un regalo de su amigo y auténtico amo del partido, Neymar, que hizo una jugada increíble en banda y tras la ya clásica pared con Suárez, se la cedió para que El Más Grande no pudiera fallar. Pues eso, gracias.

El próximo envite en Liga será en una plaza incómoda, incoherente y desagradable como es Mestalla, enrabietada en contra de su entrenador y que puede ser un arma de doble filo a poco que les entre un gol. Pero ¿hay alguien que pueda desconfiar de este Barça?.