El peñismo es uno de los movimientos más rancios y anacrónicos que hay relacionados con el fútbol. El ambiente de amiguismo hipócrita, rencillas absurdas y mangoneo por parte de los mandamases (lo de las entradas, viajes organizados etc, es de auténtica traca) es absolutamente repugnante… total, para al final juntarse cuatro yayos y/o cuatro forofos descerebrados a ver el fútbol a un módico precio, tajarse y rajar. Esta gente ni hace barcelonismo (porque si te mueves fuera del círculo es dificilísimo entrar… ni ganas, si tienes dos dedos de frente), ni debería tener, en pleno siglo XXI, la mitad de la mitad del poder y la influencia que siguen teniendo en la institución; muy superior a la de algunos socios ‘de fuera’ que seguimos pagando religiosamente nuestra cuota para que se nos ningunee sistemáticamente (que alguien me explique que a una peña de pueblo de la provincia de Valencia le correspondan más entradas para una final que el número de socios que tiene, perfavordamanu).
Para nada me parecen un mal necesario, sino más bien un mal a extirpar. Es más: el candidato que tuviese los huevos de decir que desvincularía el peñismo del club, sin duda contaría con mi voto