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Crónica

La noche del aguafiestas

No quiero recordar aquellas noches en las que Craioveanu parecía el mismísimo Van Basten, o aquel partido el año del triplete en el que un empate con ellos nos impidió campeonar en casa con nuestro público. Lo cierto es que el Villarreal es un equipo de los históricamente incómodos para el Barça y plácido para los madridistas, algo que hasta sus propios aficionados reconocen.

Ayer no fue una excepción y el Barça tuvo que remontar hasta en dos ocasiones la ventaja de los groguets que, una vez más, hicieron su mejor partido del año contra nosotros. No quiero restar méritos al trabajo de Marcelino en este equipo pero detecto una motivación especial cuando ven el azulgrana delante.

Luis Enrique, que ha variado su discurso de rotaciones desde la debacle de Anoeta, sacó ayer un equipo titularísimo con la excepción de un destacado Rafinha por el desgastado Rakitic y, así y todo, se sudó tinta para ganar el partido.

El equipo comenzó bien, como siguiendo la inercia de las victorias contra el Atlético pero pronto se vio que Suárez, quien tuvo las mejores ocasiones en el inicio, tenía otra vez la escopeta averiada y falló goles absolutamente cantados solo delante del portero. Como estas cosas son así, en el primer ataque elaborado que tuvieron los amarillos y, tras un desgraciado rebote, se adelantaron en el marcador.

El gol fue un duro golpe que el equipo tardó en asimilar pero cuando se acaba el primer tiempo, Messi hizo una gran jugada de extremo, asistió a Rafinha que chutó a puerta sacándola bien Asenjo, el rechace le llegó a Neymar que convirtió el empate. Era un gol psicológico.

La reanudación se tomó con calma pues había tiempo para conseguir el gol pero, en un error de Piqué que no debió jugar este partido, Giovani se fue solo hacia portería y espero a Vietto que volvió a adelantar en el marcador a los de La Plana. Otro mazazo.

Pero el equipo tocó arrebato y asedió el área grogueta y, en una jugada en la que Suárez se fue bien de su marcador, centró al área, cabeceó Messi y el rechace lo tomó esta vez Rafinha para empatar de nuevo el partido. El equipo siguió atacando en oleada y en una buena jugada que se inició en banda derecha le llegó a Suárez que asistió cayendo a Messi y éste chuto un pepinazo a la escuadra de Asenjo. El equipo había vuelto a remontar.

A partir de ahí hubo bastantes momentos preocupantes en los que el Villarreal se acercó con facilidad al área y el Barça mostró inseguridades en defensa probablemente pro desfonde físico. Lucho mejoró este aspecto con los cambios. Subió a Mascherano al mediocentro, sacando a un fundido Busquets del campo y colocó a Mathieu en el central izquierdo. El equipo sufrió menos pero la incertidumbre estuvo ahí hasta que el colegiado pitó el final.

El equipo ha pasado con nota esta serie consecutiva de partidos desde aquel 4 de enero en Donosti, en los que no ha perdido comba con el líder de la Liga y se ha plantado en semifinales de Copa. Esta claro que ha llegado justo de fuelle. Esperemos que esta semana de descanso sirva para afrontar los nuevos retos que ofrece el mes de febrero, entre ellos la apasionante eliminatoria contra el City. Voy a hacer acopio de valerianas.