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Crónica

El secreto del Barça

Dicen que la felicidad son momentos. Yo añadiría que son los momentos en los que uno consigue abstraerse completamente del pensamiento, auténtico enemigo de la felicidad. Muchas personas ajenas al fútbol se preguntan por qué engancha tanto este deporte, la respuesta es clara: porque ayuda a liberarte del pensamiento racional durante, al menos, noventa minutos. En ese corto periodo hay una conexión directa entre los instintos y el juego, generando sensaciones puras, las que llevan a la felicidad. Si a esto añadimos un equipo que es capaz de construir uno de los más bellos espectáculos que se pueden ver en el mundo occidental nos encontramos con el secreto del Barça.

Porque este equipo ayer en uno de los partidos más completos que uno recuerda generó mucha felicidad a quien lo supo ver con el corazón, sin pensamientos negativos que lo corrompan. Porque este Barça hay que verlo limpio, sin condicionantes. Tito ayer no sorprendió a casi nadie con una alineación tipo, que con el pequeño cambio de Mascherano, se ha convertido justamente en el equipo titular de la presente temporada, un equipo en el que todos confiamos y cuyo techo es todavía desconocido. Para que el espectáculo fuera completo tiene que colaborar el oponente y el Málaga planteó un partido valiente, bien organizado por un gran entrenador, y los primeros minutos de partido fueron de alternativas hasta que el más listo de la clase estuvo atento a un fallo defensivo de Camacho para superar por primera vez a un Caballero que unos minutos antes ya le había rebanado de los pies a Messi otro gol cantado.

El gol le sentó fatal al Málaga que fue a la deriva durante muchos minutos, persiguiendo sombras en el centro del campo ante la densa telaraña tejida entre el gran Busi, Xavi, Iniesta y Cesc. No era nada comparado con lo que iba a venir en la segunda parte.

El segundo tiempo se inició con un Barça muy incisivo y con una idea muy clara: rematar el partido. Messi se puso el traje de asistente y con una deliciosa cuchara dejó un balón en ventaja para que Cesc rematara como un delantero de postín. Un golazo.

A partir de ahí el Barça comenzó a jugar a uno o dos toques en un mega rondo que levantó de sus asientos a todos los afortunados que estábamos viendo el partido y que circula ya en un mini vídeo por las redes sociales. Hacer fácil lo difícil es la especialidad de este equipo, un equipo que no se cansa de jugar porque se divierte haciéndolo, otro de los secretos del Barça. Salió Thiago por Cesc y Alexis por Pedro y ambos tuvieron una oportunidad clara de gol. El hispano brasileño la colocó en la base del poste de Caballero, suponiendo el 0-3  y el chileno la tiró fuera tras regatear bien al portero argentino.

El Málaga pudo recortar distancias al borde del descuento en una buena falta sacada por Buonanotte, un gol que mereció el equipo andaluz por su despliegue físico y su insistencia. Finaliza pues la mejor primera vuelta de la historia, y no solo por haber alcanzado la increíble marca de 55 de 57 (ese larguero de Montoya contra el maligno impidió el pleno) sino por el nivel de juego que se ha visto, especialmente en estas últimas jornadas. El otro día dije que no diéramos la Liga por ganada, y no porque no piense que lo esté sino porque ese pensamiento nos impedirá disfrutar. No sería justo.

No me puedo olvidar de los amargados, los que ayer buscaban sin éxito una jugada que pudiera justificar la victoria blaugrana, un contubernio que pueda justificar la vergüenza de un equipo multimillonario que zozobra a dieciocho puntos de un sólido líder. No solo no encontraban lo que buscaban sino que en cada repetición hallaban lo contrario. Porque Delgado Ferreiro fue especialmente perjudicial para el Barça no expulsando a Caballero al inicio del encuentro, señalando un fuera de juego inexistente de Xavi con 0-0 en el marcador y con la dudosa falta de Mascherano que supuso el gol del Málaga. Pero aún así los comentarios seguían dejando un rastro de dudas para malcontentar a los pocos madridistas que esperaban un tropiezo blaugrana. Y es que la maldición no es ser seguidor de un equipo que maltrata al fútbol y sobre todo a la buena educación sino no poder disfrutar del mejor equipo de la historia.Sinceramente, no me dan pena.