BARÇA 2 – RUBÍN KAZÁN 0
Cosas de la vida, tuvo que ser la cantera – esa cantera mágica forjadora de talento y grandes futbolistas ahora de enhorabuena con el broche de oro de los tres nominados al balón de ídem – la que se vengara, tras tres fracasos previos, de esa infamia hecha equipo llamada Rubín Kazán. Justicia poética. Un Rubín Kazan con opciones de clasificarse a octavos de final que se plantó sobre el Camp Nou con mentalidad y actitud de equipo eliminado y con la única pretensión de defenderse hasta la náusea para evitar llevarse un carro de goles. Nada nuevo que no hubieran hecho los tártaros antes, auspiciados intelectualmente por ese sin parangón tipo del rosario, Berdyev. Si hasta tres veces les funcionó, ¿por qué no una cuarta? Poco les importó el escenario competitivo favorable a sus intereses al empezar el partido: opciones de seguir en Champions y un Barça B enfrente como rival: detalles nimios e intrascendentes que no hicieron variar el plan de ruta diseñado, la nula ambición o determinación por competir, la renuncia total a ganar el partido. Equipos así son una vergüenza para cualquier competición, un desprecio al propio fútbol y una ofensa intolerable para cualquier espectador obligado a presenciar la sinfonía a la nada que ofrece en cada partido el Rubín Kazán. Una vez roto ayer el maleficio de la no victoria contra este equipo, restituido el orgullo profesional de los chicos de Pep ante las afrentas previas, sólo cabe desear un nunca más de Rubín Kazán en competiciones europeas y un hasta nunca vívido, sincero y sentido. Basta ya de la tropa de Berdyev, basta ya.
Teniendo en cuenta todos los ingredientes sobre el campo, un Barça descafeinado en su 11 inicial y un Rubin Kazan renunciando a jugar, la ensalada resultante fue un manjar de nula apetencia gustativa. Suerte del aliño de la cantera, de los chavales denominación origen La Masía, que pusieron algo de interés y emoción al supuesto envite en liza. 10 futbolistas de cantera en total, 7 en el equipo titular – Piqué, Fontàs, Busquets, Thiago, Jonathan dos Santos, Bojan y Jeffren – y 3 saliendo desde el banquillo – Bartra, Víctor Sánchez y Messi – , pusieron la emotividad y los signos de identidad a un partido sin historia en lo esencial. Fue en lo particular, en lo anecdótico, donde se vislumbró algo de gustoso fundamento: los dos goles con firma canterana, el primero de Fontàs, con reminiscencias al patio de colegio en su ejecución y resolución – penalti y gol es gol – , y el segundo de Víctor Vázquez, la eterna promesa rezagada de la generación de los Messi, Piqué, Cesc y compañía, del que decían que era el mejor de todos, con un remate con la derecha todo sutileza y clase; la primera capitanía de Piqué, una fecha a rememorar cuando el Piqué capitán sea una imagen habitual en can Barça; o el talento y la electricidad de Messi, empecinado – este sí – a jugar, competir y divertirse ni que sea durante 30 minutos en una pachanga intrascendente. En lo futbolístico, el partido fue un monólogo del Barça en posesión del balón pero espeso en la circulación y velocidad de ejecución, y arriba, en posiciones ofensivas, un páramo en desequilibrio y determinación. Ni que decir tiene que los 10 tipos en fase defensiva del Rubín Kazán contribuyeron a la dificultad, incomodidad y ensoñamiento blaugrana. Sólo tras el gol de Fontàs se vio un Barça más eléctrico y espabilado, lo cual sin ser cosa del otro mundo tuvo su mérito porqué el Rubín Kazán siguió con su tónica de zafiedad y cobardía habitual.
En resumen, se saldó el trámite y el mal trago para el hastiado espectador con una victoria de prestigio y con sabor a restitución de cuentas pendientes, una victoria forjada y alumbrada con los mimbres de la cantera blaugrana en lo que fue el mejor auto homenaje que se pudo regalar La Masía en esta su semana de gloria, una victoria que confirma a Bartra y Fontàs, posiblemente los dos mejores futbolistas sobre el terreno de juego ayer, como alternativas sólidas a reforzar el primer equipo en un futuro y una victoria que supone una inyección de viagra a la caja blaugrana en estos tiempos convulsos de economía de guerra donde dicen los que saben que no hay ni para pagar nóminas a los futbolistas. La Masía, Rosell y Faus, sin duda, los más satisfechos de la noche.