Después de la mejor temporada de nuestra historia, un Barça renqueante amenaza con dejarse arrebatar la gloria a golpe de talonario a manos del peor enemigo posible. Viendo algunos de los síntomas del equipo, es inevitable el pánico que produce cierta sensación de déjà véçu, ya que, después de la anterior mejor temporada de nuestra historia, el equipo causó a sus aficionados el mayor oprobio posible en dos años para olvidar que pervivirán en nuestras pesadillas.
¿Pero, está justificada esa analogía?
En la temporada post-Paris ocurrió lo siguiente:
a) Fichajes de mierda: aunque a priori Thuram, Zambrotta y Gudjonsen eran buenos (bueno, solo Zambrotta venía para ser titular), nunca cuajaron, siendo, durante muchos momentos claves de la temporada, suplentes. Los fichajes no mejoraron en nada el equipo.
b) Entorno complaciente: Acabábamos de inventar el fútbol, los demás equipos jugaban con una pierna menos, éramos los más guapos (excepto Ronaldinho) y los más perfectos. Teníamos el mundo a nuestros pies. Prensa y afición, cuales padres primerizos vitoreaban al unísono cada eructo o pedo de su bebé, y en ningún momento fueron capaces de mostrar la debida exigencia.
c) Directiva distraída: El presidente y demás directivos campaban por el mundo del futbol como nuevos ricos, haciendo declaraciones prepotentes y potenciando una sobreexposición a los medios. Fue la época en que Laporta salía cada día en TV, empezó a flirtear con la política, con un desayuno con Mas y otros actos con Esquerra, y se dedicó a purgar los últimos representantes del rosellismo. Toda la atención lejos del fútbol, pues.
d) Equipo perezoso: Es un tema profusamente tratado.
- Estrellas desaparecidas por omisión del deber y obsesión por beber (Ronnie, Deco, Motta, Marquez, Guddi) o haciendo la guerra por su cuenta (Eto’o, Messi).
- Capitanes en connivente convivencia con todo el embrollo: uno, Puyol, dejándose chulear como un Bojan de la vida, otro, Xavi, escondiendo la pierna, la piedra y la mano, y estableciendo una especie de omertà en el vestuario que solo entendieron los Raúles, y el tercero, Ronnie, siendo el alma de la fiesta habiendo vendido la suya (y, con ella, la nuestra –excepto la de Fórceps-).
- Clase media desaparecida por una mala gestión de la plantilla (bajas de gente clave como Van Bommel y Larsson no cubiertas), la depre de Giuly, o engullida por el pasotismo imperante.
e) Entrenador superado: Rijkaard asistió impasible a la descomposición, quizás porque pensó que esa gente maravillosa arriba mencionada merecía crédito, se había ganado una confianza ciega, o quizás porque también estaba sumido en la espiral de poca profesionalidad que se había instalado en todas las esferas del club, priorizando lo personal al deber. Fue incapaz de dar con soluciones tácticas que permitieran seguir superando a rivales mejor preparados contra un equipo más lento y menos comprometido con el trabajo. Fue incapaz de aportar disciplina y corregir a sus díscolos pupilos. Fue incapaz de dar un puñetazo encima de la mesa, a pesar de que motivos no faltaron. Contó, en este viaje, con la inestimable ayuda del secretario técnico, siempre al mando.
El equipo fue jugando a verlas venir desde el primer dia, y, aplicando el mínimo esfuerzo, se puso pronto líder frente a un Madrid en recomposición. Cuando Capello dio con la tecla, nuestra inercia ya era imposible de corregir. Fuimos alcanzados, superados y vencidos.
A ojo de buena Cubero, veo muchas similitudes:
a) Fichajes de mierda: de todo lo que hemos fichado, que ha sido mucho y caro, solo uno es titular. Los fichajes no mejoran lo que teníamos.
b) Entorno complaciente: El soufflé hoy ha bajado, pero el número de deidades que el Barça tiene en plantilla esta temporada, supera el panteón Hindú. Si con Rijkaard, toda la primera plantilla era buena, hoy, hasta los juveniles le darían un repaso al Manchester. Además, hemos vuelto a inventar el fútbol, siendo nuestro juego, por definición, mejor que el de cualquier otro equipo, aunque nuestro juego sea como el del Barça-Racing.
c) Directiva distraída: Pues si.
d) Equipo perezoso: Coinciden en el titular varias caras conocidas de la era Rijkaard que demuestran actitud sospechosa. El resto, más viejos, lentos, menos hambrientos y terriblemente espesos.
e) Entrenador superado: Hace jugar a los del año pasado, haga frio o calor, y ninguno está ni tan siquiera cerca de ese nivel, aunque alguno logre maquillarlo con números. Viendo la plantilla, no hay nadie más, y algunos osados dirán que es culpa de Pep, mientras que otros repondrán que es de Txiki. Sea como sea, cuando el entrenador mira a su derecha, ve demasiados ceros a la izquierda. Disciplina parece haber, pero no sirve (¿exoneramos, pues, a Rijkaard?). Variantes tácticas se han aplicado, pero con poco resultado. ¿Puede Guardiola revertir la situación?
La situación en el club es muy similar. Autocomplacencia, ombliguismo, madriditis,renovaciones millonarias, villaratos, promos, pasarelas, el mundial… toda la atención se va hacia otras cosas, lejos del partido del domingo. El único que parece estar centrado en el fútbol y en el hoy es Guardiola.
El Madrid ya nos ha atrapado. Hemos cometido muchos errores que nos han llevado a una situación ligeramente comprometida. Hay mucho margen de reacción, muchos partidos. Como antaño, podemos creer que el mal momento será circunstancial, porque seguimos siendo los tíos de las 6 copas, o podemos aprender de los errores y pensar que ese equipo ya fue, que es irrepetible, y que ahora toca remangarse y forjar una leyenda totalmente nueva.
Rijkaard cometió el error de dejar que todos nos creyéramos los Globetrotters, y Guardiola ya ha quemado el discurso de la humildad, y suena a cachondeo cada vez que nos cuenta que el Mallorca es una potencia futbolística. Lo ganamos todo con humildad, temiendo al rival, preparándonos a conciencia. Lo perderemos todo con prepotencia, dando puntos por sumados y eliminatorias por superadas antes de viajar. La victoria, el buen juego volverán tan pronto como asumamos que jugamos mal, que perdemos porque el otro ha sido mejor. Enmendar los errores, volver al sendero correcto pasa por escuchar a Guardiola y creérselo. Aceptad la paraula de Pep.