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El Modelo (I)

Consultando en el Gran Diccionari Barcelonista, justo entre “mal barcelonista” y “Moi”, vienen varias acepciones de “Modelo” que glosaré para mayor comprensión de ese lector de sufi raspado en Entornología III, para acabar con (otra) de mis (sobresalientes) disquisiciones.

Dado que, a día de hoy, estamos todos muy contentos con el entrenador, la previa de las elecciones discurre mansamente sin entrar en la incivil cuestión de los fichajes y las listas negras. Todos tenemos claro que, el precandidato que deslice unas simples iniciales para relanzar su campaña, será rápidamente linchado por la iracunda turba conformada por la prensa guardiolista y algunos yoyeros de despejada lucidez y ponderada conducta. El tema estrella por el que los precandidatos matarán para imponer su postura, siempre y cuando el equipo no dicte lo contrario, será, pues, “el modelo”, así, en abstracto, algo de lo que, desde hace semanas, llevan hablando todos y cada uno de ellos.

Consultando en el Gran Diccionari Barcelonista, justo entre “mal barcelonista” y “Moi”, vienen varias acepciones de “Modelo” que glosaré para mayor comprensión de ese lector de sufi raspado en Entornología III, para acabar con (otra) de mis (sobresalientes) disquisiciones.

Modelo:

1)      Dícese de un formato específico de organigrama, mediante el cual se garantizan títulos y buena gestión económica, independientemente de los nombres que figuren en sus cajones.

2)      Estilo de juego canónico e infalible, apócrifamente atribuido a Cruyff, con el que debemos evangelizar el pagano mundo del fútbol allende Barcelona. Teorizado (y nunca demostrado fuera de Holanda) por Van Gaal, implantado con éxito por Rijkaard, y perfeccionado por Guardiola, consiste en mantener la posesión del balón a toda costa a fin de evitar goles, atacar incansablemente con constantes desmarques y permutas de posiciones, y desarbolar al rival con la velocidad de la pelota. Se puede hablar de “Modelo” en oposición a “patrón de juego” cuando este estilo se implanta todas las secciones del club, incluso los futbolines del bar del Palau de Gel.

3)      En el argot de ciertos dirigentes, denominación que se da al cúmulo de circunstancias fortuitas y decisiones sujetas al azar o la improvisación,  y que conducen a ciertos resultados positivos. Se hace con objeto de atribuirse el mérito de los mismos, haciendo ver estos han sido premeditados, previstos, y fruto de una supuesta buena gestión. Comúnmente, potra.

El primero que empezó a hablar de modelo en can Barça, en cualquiera de sus acepciones (que luego se han ido usando indistinta e indiscriminadamente, de forma poco precisa en diferentes ambitos),  fue el actual presi. Pudiere ser, que en la campaña electoral que lo trajo definitivamente a nuestras vidas, ya usara el vocablo (junto a lo del círculo virtuoso, lo del foc nou, lo del aire fresc, el powerpoint y demás coñas marineras) para referirse a su propuesta diferenciándola del estilo Núñez y del mandato Gaspart. No obstante, yo situaría el contexto histórico del cuño de esta palabra en el momento de la salida definitiva de Rosell del club.

Laporta acuñó “modelo” como contraposición de estilos de dirección, subrayando, en el caso Rosell, que uno era exitoso y venía del inicio de su mandato, y otro, nuevo, propuesto por Sandro, llevaba directamente al fracaso.

Este artículo demostrará que el mitificado Modelo de Laporta es una entelequia. Así pues, el continuismo, que debe perpetuar el cacareado Modelo, tiene una difícil papeleta, pues dicho modelo no ha existido, en ninguna de sus acepciones, ni antes ni después de la dimisión de Rosell. Alguien nos vendió humo durante las últimas elecciones y nos lo ha estado vendiendo cada vez que algo ha salido bien en el club. ¿Éxitos? ¡Modelo! ¿Fracasos? ¡Me hago el muerto! El miércoles que viene levantamos alfombras. ¡No se lo pierdan!

Continuará.