Era un partido trampa de libro. Con jugadores con muchos minutos y varios apercibidos, Flick pensó tanto en la vuelta de semifinales de Xempions en Milán como en el decisivo clásico ante el Mierdas del próximo fin de semana, y presentó a una mezcla del Barça B con jugadores menos habituales. Debía ser suficiente para ganar a un equipo ya descendido. Todo lo que no fuera una goleada ante un rival desahuciado y no tener más lesionados, sería visto con malos ojos. Pero el futbol, especialista en reescribir guiones preestablecidos, no iba a dejar pasar la oportunidad de cambiarlo.
Enfrente estaba el Fachadolid. Un equipo descendido casi desde la jornada 1. Que ha hecho la peor temporada de su historia en Primera División. Que está firmando la peor segunda vuelta histórica del campeonato. Pero que tenía ante sí la oportunidad de pasar a la historia de otra manera. Si ganaban al Barça, podían dar un vuelco a una Liga que, de ganarla el Mierdas se hablaría de ella en el futuro como “¿te acuerdas de aquella liga que palmó el Barça perdiendo un partido contra un Valladolid que ya había descendido?”. Los pucelanos aceptaron el desafío y a los cinco minutos, un remate de Ivan Sánchez tocaba en un defensa y se envenenaba ante la mirada pétrea de Ter Statuen. Y no marcó el segundo porque Moro no afinó bien su disparó al palo.
Los de Flick entendieron que había que arremangarse. No iba a ser el partido tan fácil como se suponía. No le supuso demasiado esfuerzo meter en el área a un equipo de Segunda, pero faltaba precisión en los metros finales y Pau Víctor y Ansu Fati demostraban su nivel actual: 1ª RFEF. Siendo generosos. Por su parte, el debut del canterano Dani Rodriguez dejó luces y sombras: lo intentó el imberbe una y otra vez por la banda pero apenas pudo hacerlo durante 40 minutos al salírsele el hombro y ser sustituido por Lamine. Con 19 años, nunca pensó que en su debut sería sustituido por alguien más joven que él.
Flick finalmente señaló con el dedo acusador a Ansu Fati. Tras el descanso, el antiguo proyecto de crack dio paso a Rabinha. La entrada del brasileño surtió efecto inmediato. Tras un primer intento con un lanzamiento de falta, aprovechó un balón muerto en el centro del área para igualar el marcador con un derechazo. La inercia en ese momento era clara: era cuestión de tiempo que llegara el segundo. Y apenas tardó cinco minutos, los que tardó en enganchar Fermín un buen centro de Gerard Martín. El líder había vuelto, otra vez, de un marcador en contra. El equipo parece que se cae, pero para desesperación de los rivales, siempre se levanta.
No hubo mucho más partido. Los pucelanos ya habían hecho más de lo que se pensaba. E incluso Latasa puso a prueba a Telastraguen por última vez, para que el alemán al menos demostrase que puede jugar con otro equipo que no sean los veteranos del Barça. Pero siempre con la sensación de que si los locales hubieran empatado, el Barça habría metido una marcha más para ganar. Un disparo de Fort al palo y una ocasión de Lamine, sacada bajo palos por la defensa blanquivioleta dejaron vivo el encuentro hasta el final. Tres puntos que dejan a los de Hansi a 3 empates y una victoria de ganar la liga. Objetivo cumplido.