Llegó el día.Ya teníamos ganas, al menos yo sí. El regusto amargo de la Supercopa y, por qué no decirlo, del último partido liguero dejó la impresión de que el maligno había recorrido un gran trecho desde aquel ya lejano lunes que dejó a Mourinho un resultado fácil de digerir. No hay que quitarle méritos al adversario, el portugués ha vivido por y para contrarrestar el juego del Barça y parece que en los últimos partidos, desde, precisamente la vuelta de cuartos de Copa de la temporada anterior, parece que lo está consiguiendo. La receta es simple, fijarse en los puntos débiles del Barça y atacarlos sin piedad siendo conscientes de que, en la mayor parte del partido, no van a oler la pelota.
Así, incluso en el partido del Bernabéu de Liga de la temporada pasada, el Barça comenzó regalando un gol, aunque después metió tres pero se percibió que la presión muy arriba al portero podía dar frutos jugosos y tempraneros y no siempre el Barça estaría en disposición de remontar. La fórmula se acrecentó en la Supercopa. En la ida cuando mejor estaba jugando el Barça y a punto de marcar el 4-1, resulta que Valdés se hace la picha un lío y le regala el 3-2 a Di María, un gol que al final fue decisivo para perder el título de la pretemporada. La vuelta, especialmente la primera parte, fue para olvidar, pues solo la suerte impidió una goleada en los primeros treinta minutos con Piqué y Mascherano como flanes y con un Adriano que se vio obligado a arriesgar con una expulsión en una jugada donde se le volvió a marchar el cani. El bajón físico blanco de la segunda parte y la vuelta a los orígenes del Barça permitió igualar bastante el partido, que incluso se pudo empatar con la jugada de Pedro en el último suspiro de la eliminatoria.
El clásico del pasado octubre vino marcado por las ausencias en defensa, una defensa que acabó jugando con Mascherano y Adriano como centrales en un partido en el que el Madrid volvió a marcar primero, en otro error defensivo recurrente, la basculación hacia la banda débil de la defensa, una mala costumbre que tendremos que rectificar y que nos ha costado ya bastantes goles (Sevilla,Maligno,Anoeta). Afortunadamente Messi empató enseguida y posteriormente, otra vez la pulga, se adelantó con un lanzamiento de falta de esos que le gustan tanto a Casillas. Pero en una recuperación del maligno en campo del Barça, Ozil asistió al cani que se coló por el centro de la defensa dejando el empate definitivo en el marcador.
El balance de los últimos clásicos obliga a que se rebaje la euforia y que se deba plantear el partido con la tensión que merece. Es evidente que el cani es muy difícil de marcar y que Ozil casi siempre está de dulce contra el Barça. No digo que haya de hacerse marcajes al hombre pero sí saber de dónde puede venir el peligro madridista. La clave está en las pérdidas de balón, especialmente las de Busi y Messi pues son las que pueden permitir contragolpear a saco al maligno. La ausencia de Pablo y Morry en el centro de la defensa puede ser clave para que Messi se encuentre algo más cómodo en esa franja que tanto le gusta y ello, a la vez forzará al Tronkolari a bajar a ayudar más a los centrales dejando más libertad a los peloteros blaugranas. Si minimizamos los fallos tontos, por ejemplo no corriendo riesgos con las cesiones a Pinto y evitamos perder el balón en zonas centrales del campo habremos ganado una importante porción de la eliminatoria. Es principalmente un problema de concentración. Por otra parte la ausencia de Casillas puede crear cierta inseguridad en la defensa blanca pues en estos partidos es donde se pasa una prueba de madurez y Adán está del color del césped. Eso sí, el Barça insistirá alineando a Pinto, no sé si es valentía o implica un punto de locura. Messi dirá.
Hecho el análisis de los precedentes y de la situación actual he de decir que el juego del Barça, especialmente desde que Tito acertó a configurar su alineación titular, ha mejorado ostensiblemente y dista bastante del equipo dubitativo y anclado a Messi que recibió al maligno en octubre. Por ello, creo que el Barça es favorito en la eliminatoria y, en condiciones normales (hola Clos Gómez), debería pasar a la final. Creo también que la eliminatoria no quedará resuelta en la ida y todo tendrá que posponerse para esa última semana de febrero en la que coincidirán dos clásicos en tres días. Esperemos que el United haga su trabajo la semana siguiente porque me temo que, de lo contrario, volveremos a encontrarnos allá por el mes de abril.