Cuando uno se plantea escribir una crónica de un partido, intenta que aquellos que no lo vieron tengan una impresión aproximada de lo que ocurrió durante el partido. Les aseguro que hacer una descripción de lo ocurrido ayer en Riazor y, sobre todo, apuntar las causas de ese increíble marcador es una tarea más que difícil. El partido fue como una matrioska rusa, pues conforme iban pasando cosas, se abría un nuevo partido y el jugado en el tramo final no tuvo absolutamente nada que ver con el del principio. Comprendo que algunos culés se quedaran con mal gusto de boca pese a que el equipo marcara cinco goles fuera de casa y se firmara la séptima victoria en Liga. Pero vamos ya a intentar averiguar que pasó anoche en Riazor.
El inicio del partido fue brutal por parte del Barça. Con un Cesc clarividente, a los 3 minutos el de Arenys dio una asistencia para que Jordi Alba marcara el primer gol del partido, un gol similar al que marcó a Italia en la final de la Eurocopa. Prácticamente sin respiro, y tras una jugada en la frontal de Messi, el balón llegó a Tello quien, tras un extraño regate, se quedó delante de Aranzubía para marcar el 0-2, todavía no se había llegado al minuto diez de partido. En el minuto 18 en una jugada bien combinada entre Messi y Cesc, éste devolvió la pared de espaldas pisando hacia atrás la pelota y la pulga metió un espléndido zapatazo en la escuadra que reventó definitivamente el partido, o eso creíamos todos.
Cuando el Depor estaba pidiendo clemencia para evitar una goleada sonrojante en su estadio, el arbitro Paradas “Roncero” acudió en su ayuda y se sacó de la manga un penalty inexistente de Mascherano a Riki aprovechando que el jefecito se tiró con demasiado ímpetu a los pies del exmadridista. La falta, de serlo, fue claramente fuera del área pero el andaluz que tenía cuentas pendientes con el Barça desde la temporada pasada, pitó y el Depor marcó. El penalty descentró al equipo y espoleó a los gallegos y en un córner absurdamente regalado por Mascherano volvió a marcar el Depor a través de Bergantiños en una jugada en la que, como viene siendo habitual últimamente, volvió a quedar en evidencia Valdés. Parecía que se abría un nuevo partido con el gol gallego, una nueva matrioska, pero ahí estaba Supermessi para solventar de nuevo el problema. Cesc asistió de forma maravillosa y el argentino cruzó con un chut para volver a matar el partido. Era ya su segunda vida.
Pero el partido seguía vivo, y sobre todo su árbitro que recién iniciada la segunda parte, volvió tomar dos decisiones equivocadas y trascendentes. En la primera pitó una inexistente falta de Busi a Riki que ayer hizo un máster del Actor’s Studio y después expulsó a Mascherano tras un golpe menor y fortuito al susodicho Riki Gassman. El resultado fue un gol de Pizzi de falta, en la que Valdés tampoco estuvo fino y una increíble expulsión de Mascherano que tendrá una jornada para reflexionar sobre su futuro en este equipo. El panorama se volvía a complicar con 3-4 y con diez jugadores el partido se abría de nuevo. Tito rectificó desde la banda y cambió a Villa, que tuvo buenos minutos por Adriano y después a Cesc por Xavi. El Barça con diez jugadores tocó y tocó buscando con paciencia su momento. Recuperó el espíritu de Guardiola olvidado en la primera parte y controló el partido hasta que Messi volviera a matarlo por tercera vez. Esta vez en una jugada individual, de genio, rifándose a los defensas y disparando cruzado al portero como solo él sabe hacer.
No hubo paz ayer para el Barça porque a los dos minutos del golazo de Messi, Alba volvió a marcar, esta vez en su portería, en uno de los goles en propia meta más absurdos que se recuerdan al nivel de Spasic y similares. El partido volvió a revivir, esta vez con un increíble 4-5 en el marcador. Todo podía ocurrir en diez minutos pero afortunadamente no ocurrió nada pese a la endeblez defensiva que mostró el equipo en algunas jugadas. El Barça sacó los tres puntos que era el objetivo de la visita pero el partido debe hacer extraer algunas conclusiones.
Las positivas: Messi vuelve a estar en modo dios y Cesc es su fiel escudero. Esa dupla nos puede dar muchas alegrías. Aquellos que pretenden darle el Balon de Oro al cani de Madeira pasarían ayer muy mala noche. El Barça ayer tuvo momentos de fútbol muy brillante similares a los mejores momentos del guardiolismo. Con esos mimbres, el futuro puede ser muy esperanzador. Busi no falla nunca, pese a jugar todos los partidos con el Barça y la roja, el de Badía está en plan imperial aunque no tiene sustituto. Montoya se ha consolidado como un buen elemento en el lateral derecho, Alves debería preocuparse.
Las negativas: Song y Mascherano son una broma de mal gusto para un equipo que aspira a todos los títulos. No sé qué está retrasando a Piqué pero urge su entrada en el equipo porque, si ayer llegamos a tener enfrente un equipo mejor armado defensivamente, las hubiéramos pasado canutas. Respecto al arbitraje del revanchista Paradas convendría hacer una scouting de los arbitrajes para saber con quién nos jugamos los cuartos en cada partido e instruir a nuestros jugadores al respecto. Además el arbitraje de ayer no debería caer en un saco roto porque se haya ganado el partido. Ayer, de no estar Messi en el campo, el árbitro nos hubiera ventilado los tres puntos de una forma miserable. De todos modos con la capacidad de reacción del presidente, a lo mejor, a finales de junio hace una rueda de prensa “urgente” para decir que los arbitrajes no pintan bien. Que Messi nos pille confesados.